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CHINA, A LA CONQUISTA DE ÁFRICA. KOMMERSANT

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Ayer, Hu Jintau, presidente de la RPCh, emprendió el más importante periplo africano. Durante 12 días visitará ocho países. Se espera que aparte de la firma de convenios comerciales, el camarada Hu tramitará el emplazamiento de contingente de paz en el continente africano, antes que nada en Darfur, donde monopolios petroleros chinos tienen suscritos contratos por miles de millones de dólares.

 

De este modo, Pekín inicia una amplia expansión en África y de hecho pone en marcha el proceso de reparto de esa parte del mundo que puede socavar notablemente las posiciones de EE.UU., la Unión Europea y Rusia.

Todavía a comienzos de los años 90 China mostró interés por los ricos recursos minerales de África, pero sólo después de la llegada al poder del equipo encabezado por Hu Jintao las relaciones con ese continente pasaron a ser una de las prioridades no anunciadas de la política exterior china. Hoy por hoy, China importa desde África una tercera parte del petróleo que consume (unos 800 mil barriles diarios). Desde 2000, los intercambios comerciales entre China y África se quintuplicaron; el año pasado aumentaron en el 40%, sobrepasando $55.000 millones.

El continente africano se ha convertido en uno de los principales suministradores de materias primas e importante mercado de venta de productos chinos. A cambio, China otorga generosamente créditos e inversiones. Hacia finales de 2006, las inversiones chinas en África alcanzaron casi $8.000 millones. El lunes pasado, el Ministerio de Comercio de la RPCh anunció que en los próximos tres años otorgaría a los países africanos créditos preferenciales por el montante de $3.000 millones.

Mientras Moscú y Washington están enzarzados en las luchas por las zonas de influencia en Oriente Próximo y en el espacio postsoviético, donde el control sobre los hidrocarburos y las tuberías inevitablemente está conjugado con altos riesgos gajes políticos, el sabio simio chino que tradicionalmente prefería seguir desde lo alto de una montaña la reyerta entre dos tigres, obtiene acceso a la anhelada materia prima en otra zona del mundo y en otros términos: sin la indeseable pero inevitable adición conflictiva a los hidrocarburos o metales.

Sin prestarle la debida atención a África, otras potencias mundiales le facilitaron a China el cumplimiento de la tarea que se planteó. La visita realizada el año pasado por Vladimir Putin a la República Surafricana, la única visita de primer mandatario ruso a este continente tras la desintegración de la URSS, no aportó cambios sustanciales. El presidente George Bush también visitó África en una sola ocasión: en 2003. Hasta un leve vistazo a las doctrinas políticas de Washington evidencia que África no figura entre sus prioridades. Pekín sólo tuvo que recoger el lingote de oro que yacía en la tierra.

Pero pecaríamos de un imperdonable enfoque simplista al afirmar que el único objetivo de China en África son los recursos minerales. Las cosas son mucho más serias. La posibilidad de enviar al continente un contingente de paz chino investido de mandato internacional no es menos importante que proyectos y contratos económicos. Al conseguirlo, China obtendría una especie de certificado internacional que convalida su liderazgo geopolítico, y no sólo económico. Y lo fundamental es que lo haga sin pomposidad alguna, sin que los presidentes Putin y Bush se percaten de ello.

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