Líder separatista chechén en exilio da señales de vida sin éxito en Polonia

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Dmitri Bábich, RIA Novosti

Hace unos días los medios de comunicación informaron sobre la detención en Polonia del "representante del Gobierno checheno en el exilio" Ajmed Zakáyev, buscado y reclamado por la justicia de Rusia ante la Interpol por sus vínculos con agrupaciones terroristas extremistas.

Pero su detención resultó ser un intento de provocación y una farsa de poca monta, porque un tribunal de Varsovia rechazó la petición de arresto presentado por la fiscalía.

En consecuencia, Zakáyev que se hace llamar "Ministro de Cultura" del inexistente "Gobierno de Ichkeria", denominación que dan los separatistas a Chechenia,  salió inmediatamente para Inglaterra para regresar posteriormente a Polonia, supuestamente para tramitar un nuevo visado.

Durante su permanencia en Polonia,  Zakáyev aprovechó activamente la situación para promover su persona y profusamente concedió entrevistas a la prensa local expresando sorpresa por su detención.
 "Nunca pudimos imaginar que los polacos, que siempre nos han apoyado, nos dieran la espalda",- declaró al periódico Rzeczpospolita.

Es evidente que con esas declaraciones el autodenominado diplomático demostró altos niveles de hipocresía, porque sabía de sobra que podría ser arrestado al visitar el "Congreso Mundial del Pueblo Checheno", celebrado en Polonia.
Además de declaraciones oficiales de las autoridades polacas, la prensa polaca, como el principal periódico del país, Gazeta Vyborzca, publicó materiales con  advertencias sobre su inminente arresto como prófugo incluido en la lista de la Interpol.

Muchos políticos y expertos polacos entrevistados dijeron abiertamente que lo mejor sería que Zakáyev no viniera a Polonia. No obstante, optó por venir. ¿Por qué habrá sido?

Seguramente, porque sabía perfectamente que en las actuales condiciones políticas en Polonia su extradición a Rusia sería altamente improbable.
 En estos momentos en Polonia están enfrentados dos bandos: las fuerzas liberales encabezadas por el Presidente Komorowski y el Primer Ministro Tusk y sus rivales unidos entorno al partido conservador y nacionalista "Ley y Justicia" de Jaroslaw Kaczynski.

Las relaciones entre estos dos grupos son antagónicas, pero ante el electorado polaco, comparten el pánico común de "mostrarse amistosos con respecto a Moscú".

Tras perder las elecciones presidenciales, los partidarios de Kaczynski andan buscando muestras de "rusofilia" en las actuaciones del Partido gobernante para atacarlo.
Y si los liberales hubieran extraditado a Zakáev, se habrían convertido inevitablemente en blanco de acusaciones del partido  "Ley y Justicia".

Después del arresto de Zakáev, los líderes de este partido en la oposición desataron un gran escándalo,  alertando a la opinión pública de que, en el territorio polaco, "se sentía la mano de la Fiscalía General de Rusia".
Precisamente por ello, el Primer Ministro y el Ministro de Asuntos Exteriores, Radoslaw Sikorski, se precipitaron a desentenderse del asunto, anunciando que se trataba de "la decisión de una fiscalía independiente".

 ¿Contra quién iba dirigida la provocación de Zakáev? Con seguridad se puede decir que contra las autoridades rusas y no contra las polacas. Rusia, que había enviado a la Interpol la correspondiente solicitud, no tenía otra opción que exigir la extradición del emisario checheno, que es, seamos realistas, una cosa políticamente imposible.

 Si Moscú, bajo la tensión del momento, hubiera dado un paso en falso y hecho declaraciones subidas de tono, enseguida habrían aparecido titulares del tipo "Rusia vuelve a tratar a Polonia como un territorio vasallo".
Zakaev es una persona cuyo momento de fama pasó ya hace tiempo y actualmente no presenta interés alguno para nadie.

 Después de que llegara al poder en Chechenia Ramzán Kadirov, el "gobierno autoproclamado de Ichkeria en el exilio" perdió toda su influencia en la república caucásica.
 Este "gobierno" no presenta ningún peligro ni para Moscú ni para Grozni, lo que resta importancia a la extradición de Zakáev.

 Durante la primera guerra de Chechenia, al igual que otros muchos, cometió crímenes, pero sin llegar al nivel de otros terroristas sangrientos como Samir Basáev, Zelimján Yandarbíev o Salmán Radúyev.

Zakáyev es, en realidad, un charlatán que se dedica a una propaganda ruidosa pero no demasiado eficiente. Sin representar a nadie, lleva años comentando a los medios de comunicación occidentales los atentados terroristas cometidos en Rusia por la guerrilla chechena.
No obstante, para cualquier persona sensata sus "versiones" sobre el terrorismo chechén en Rusia no son convincentes.

Durante la toma de rehenes en el Teatro Dubróvka en Moscú, Zakáyev hizo el ridículo en una entrevista a la BBC asegurando que aquel acto de barbarie lo habían organizado los propios rusos para echar la culpa al inocente líder separatista Aslán Masjádov.

El pasado domingo en su entrevista a Rzeczpospolita expuso las mismas  versiones enmohecidas al recordar antiguas conspiraciones sin tomarse la molestia de inventar algo más novedoso.

Gracias a Dios, de momento, Moscú  permanece  al margen de la provocación a raíz de la detención u posterior liberación de Zakáyev.
 Para Moscú sería poco sensato echar a perder la actual tendencia de mejorar  las relaciones ruso-polacas por alguien tan insignificante como Zakáyev.

 Al justificar los atentados terroristas perpetrados en el teatro  Dubrovka y en la escuela de Beslán, donde la mayoría de los muertos fueron niños,  "el Gobierno de Ichkeria en el exilio" hace tiempo que perdió toda legitimidad y todo el respeto posible.

 Lo que no se entiende es cómo y quién financia a los emisarios de este Gobierno en el extranjero, con Zakáyev incluido. A lo mejor, éste último ha decidido "dar señales de vida" para animar a sus protectores a que lo mantengan durante más tiempo.

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

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