En la Tierra se inició esta madrugada una tormenta magnética que es resultado de la reciente llamarada solar de magnitud X2, la más fuerte de los últimos cinco años, informó hoy el Laboratorio de astronomía de rayos X adjunto al Instituto ruso de física “Lébedev”.
El satélite estadounidense ACE, que se encuentra entre el Sol y la Tierra a más de un millón de kilómetros de esta última, registró hacia la 1.00 GMT de este viernes un primer contacto con las nubes de plasma generadas por la erupción solar del pasado 15 de febrero.
“Su velocidad tiende a disminuir de forma gradual al tiempo que incrementa la concentración del plasma exterior, un testimonio de que a la Tierra se acercan masas de materia más densas y menos veloces”, señala una nota emitida por el laboratorio. Una serie de altibajos drásticos en la densidad del plasma demuestran que tiene una estructura bastante compleja en la que sectores más espesos se alternan con otros, menos densos, consta en el comunicado.
Las perturbaciones del campo magnético subieron al nivel Kp=5 hacia las 10.00 GMT. Es el grado mínimo a partir del cual se clasifican como tormenta magnética. En las próximas horas podría incrementar a Kp=6 y hasta Kp=5, según expertos.
Una tormenta magnética del nivel Kp=6 se considera “moderada” y suele durar entre entre 10 y 24 horas. El fenómeno más reciente de tal magnitud se produjo en la Tierra en la noche del 4 al 5 de febrero.
Desde 2000 se registraron en la Tierra doce tormentas magnéticas de máximo nivel que son capaces de obstruir comunicaciones de radio y sistemas energéticos, así como generar auroras boreales visibles incluso en zonas ecuatoriales. La última vez fue el 11 de septiembre de 2005.
La llamarada solar que detectaron en la madrugada del pasado martes los satélites geoestacionarios GOES fue la primera de la clase X en el nuevo ciclo solar. La anterior erupción de esa magnitud tuvo lugar en diciembre de 2006. Hay cinco categorías de explosiones solares en función de su intensidad: A, B, C, M y X. La mínima, A.0.0, equivale a una radiación de 10 nanovatios por metro cuadrado en la órbita terrestre, valor que se decuplica en cada clase siguiente.
