El triunfo militar en Libia será otro fiasco político de Occidente en el tercer mundo

© RIA Novosti . Sergei KirkachArmando Pérez
Armando Pérez - Sputnik Mundo
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La operación militar “Odisea del amanecer” emprendida la semana pasada por Francia, Inglaterra y Estados Unidos contra las tropas del líder Muamar Gadafi en el territorio de Libia se perfila como una victoria brillante desde el punto de vista militar, pero será otro fiasco político de Occidente en el tercer mundo como ocurrió en Iraq y Afganistán.

La operación militar “Odisea del amanecer” emprendida la semana pasada por Francia, Inglaterra y Estados Unidos contra las tropas del líder Muamar Gadafi en el territorio de Libia se perfila como una victoria brillante desde el punto de vista militar, pero será otro fiasco político de Occidente en el tercer mundo como ocurrió en Iraq y Afganistán.

Al comentar el desarrollo de la incursión aérea, apoyada con misiles Tomahawk lanzados desde buques, los expertos rusos pronostican que en los próximos días, las fuerzas de la coalición internacional confirmarán su absoluta superioridad bélica en ese teatro de acciones de guerra, mientras que el coronel Gadafi quedará seriamente debilitado al perder su aviación, los sistemas clave de defensa antiaérea y los centros de mando para controlar el ejército de tierra.

En un balance de las primeras 48 horas de hostilidades, el jefe del Estado Mayor Conjunto del Ejército de EEUU, almirante Michael Mullen, reportó complaciente el logro exitoso de todos los objetivos planteados, que bajo ninguna circunstancia incluye el derrocamiento o la aniquilación física de Gadafi.

Pero la mayoría de los corresponsales occidentales acreditados en Trípoli en sus reportajes del domingo describieron con detalle la destrucción de uno de los palacios de Gadafi, en el complejo residencial de Bab el-Aziziya( en el sur de Trípoli).

Como explicaron posteriormente fuentes del Pentágono, el palacio es un objetivo militar porque en su interior funcionaba un centro de control de tropas del ejército libio, a pesar de su apariencia de residencia personal del líder libio.

Y a lo mejor esos militares estadounidenses tienen razón, porque Gadafi (al menos durante su viajes al exterior) se aloja en una carpa de beduino fabricada de piel de camello, y para destruir ese tipo de vivienda, no es necesario un tomahawk, sino un puñado de granadas.

A propósito, entre las instalaciones destruídas en el palacio de Bab el-Aziziya, algunos reportajes de la prensa occidental incluyeron una tienda de beduino similar a la que utiliza el líder libio.

Mullen declaró categórico que “la zona de exclusión está funcionado” porque desde el inicio de la operación “no ha despegado un solo avión libio”, y las tropas de Gadafi ya no avanzan sobre la ciudad de Bengasi, bastión de las fuerzas rebeldes, aunque la prensa internacional informa lo contrario.

En resumidas cuentas, la operación occidental para defender al pueblo libio promovida por Francia, Inglaterra, EEUU, Italia, Bélgica y España presenta muchas contradicciones, y al observador común le cuesta comprender la necesidad de emprender otro conflicto armado en el planeta.

Expertos rusos consideran que al ocultar sus verdaderas intenciones, los gobiernos de la coalición en Libia repiten la misma estrategia de incongruencia legal y desinformación utilizada en otras operaciones bélicas como los bombardeos contra Serbia, y en la guerra para apoderarse del petróleo de Iraq, con el pretexto de que el presidente de ese país, Saddam Hussein, estaba fabricando arma de destrucción masiva.

Según Vitali Churkin, representante de Rusia en la ONU,  al poner en marcha la operación “Odisea del amanecer” los países de la coalición hicieron una interpretación  unilateral de la resolución 1973 del Consejo de Seguridad de la ONU sobre la imposición de una zona de exclusión aérea en Libia.

Es decir, optaron exclusivamente por la variante militar, descartando de plano el más mínimo intento de solución política al conflicto en Libia, como propusieron algunos países, latinoamericanos, africanos y de Oriente Medio.

 “La aprobación  del documento (resolución 1973) no correspondió a las prácticas establecidas en el Consejo de Seguridad”, dijo Churkin, al subrayar que muchos interrogantes expuestos por Rusia y otros países quedaron sin respuesta, sobre todo en asuntos relacionados con los mecanismos para establecer la zona de exclusión  y las restricciones al empleo de la fuerza por parte de los países extranjeros.

Observadores moscovitas indican que en el texto de la resolución quedaron incluidas cláusulas que allanan el camino a una intervención militar de grandes proporciones en Libia, una perspectiva que está objetivamente en contra de los intereses nacionales y en conjunto de los países miembros de la Liga Árabe, entidad que propuso ante el Consejo de Seguridad la imposición de la zona de exclusión en el territorio libio.

Tras la destrucción de objetivos civiles en las ciudades de Trípoli, Tarhuna, Maamura y Jmeil, la víspera la cancillería de Rusia en un comunicado exigió poner fin a los ataques “indiscriminados” de aviación extranjera y la Liga Árabe también se manifestó en contra de la operación “Odisea del amanecer”.

Expertos del diario “Estrella Roja”, órgano de difusión del Ministerio de Defensa de Rusia, destacaron que desde el punto de vista del comando militar, la operación presenta ciertos interrogantes ya que formalmente, la ejecución está a cargo de Francia e Inglaterra pero técnicamente la ejecuta el mando de EEUU en África (Africom).

Es decir, los militares británicos y franceses no tienen un comando establecido y actualmente, según el secretario de Defensa de EEUU, Robert Gates, se estudia la variante de transferir esa función a un comando de la OTAN, pero después de ciertos ajustes jurídicos, porque oficialmente la operación no es una actividad de la alianza atlántica.

Y aunque estos detalles son importantes a diplomáticos y expertos, parte de la opinión pública rusa piensa que Occidente en Libia puso en marcha otra aventura bélica con objetivos muy diferentes a la defensa de los intereses del pueblo libio.

En Rusia, son muchos los rusos que desconfían de las palabras del presidente francés, Nicolas Sarkozy cuando dijo que defendía “a los hermanos árabes” al anunciar el inicio de los ataques aéreos contra Libia.

La preocupación de Sarkozy por los libios es incompatible con el credo político que demostró el presidente galo cuando expulsó a los gitanos rumanos de Francia, que en la escala de los desvalores de cualquier nacionalista, están muy por encima de la estima que pueda tener un ciudadano libio en Europa.

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