El devastador terremoto de Japón del pasado 11 de marzo, uno de los más graves en la historia del planeta en las últimas décadas, pudo ser pronosticado porque antes de que ocurriera, tuvieron lugar fenómenos extraños en la atmósfera, según informes de científicos revelados recientemente por la prensa.
Esos fenómenos registrados por expertos de Estados Unidos y Australia despertaron profundo interés a científicos del Instituto de Ionosfera y Magnetismo Terrestre (IZMIRAN) de Rusia, indicó el diario ruso Komsomolskaya Pravda.
Una semana antes del terremoto, a gran altura sobre el epicentro del seísmo se formó una zona que comenzó a calentarse paulatinamente hasta alcanzar un punto máximo horas antes de que los nipones sintieran las primeras sacudidas del movimiento telúrico en el noreste de Japón.
Días antes en esa misma zona también aumentó drásticamente la concentración de electrones en la ionosfera y su valor máximo se registró tres días antes del cataclismo, según observaciones hechas por investigadores del Goddard Space Flight Centre de la NASA, en el estado de Maryland.
Según los expertos rusos, el aumento de la temperatura y la concentración de electrones en al atmósfera sobre el territorio que posteriormente se convierte en el epicentro de fuertes movimientos telúricos supone una señal valiosa para comprender la naturaleza de los terremotos.
Los científicos rusos consideran que esos y otros fenómenos previos a los terremotos, suponen un complejo algoritmo cuya adecuada interpretación permitirá determinar con relativa exactitud la fecha y lugar en que se pueden producir sismos de alta magnitud.
El calentamiento de la atmósfera se perfila como una señal importante porque la NASA desde satélites también obtuvo información sobre el calentamiento de la atmósfera sobre la ciudad de Puerto Príncipe días antes de que ocurriera el devastador terremoto de Haití, en enero de 2010.
La pista sobre el calentamiento atmosférico recobra interés porque estudios hechos por expertos del IZMIRAN registraron un aumento considerable de la concentración de electrones libres y calentamiento de la atmósfera sobre el territorio de India, días antes de que ocurriera en terremoto que causó más de 7.000 muertos en el estado de Gujarat, en el noreste del país, en enero de 2001.
Los registros del centro ruso también constataron que el mismo fenómeno ocurrió en México antes del terremoto de una magnitud de 7,6 en la escala abierta de Richter, en el oeste y centro del país en 2003.
Según los expertos del IZMIRAN, la cadena, Gujarat-México-Haití-Japón, ya es una circunstancia que merece investigaciones detalladas.
Esos estudios deberán ser comparados con otras teorías como la influencia del la actividad solar, y las perturbaciones del campo magnético terrestre, en calidad de señales anticipadas a terremotos.
Una de las hipótesis que explicar el calentamiento de la atmósfera indica que los procesos que se desarrollan en el subsuelo a kilómetros de profundidad influyen en la atmósfera y la ionosfera.
Más exactamente esa influencia está condicionada por la emanación de gases de radón, elemento químico radiactivo.
Esos gases ionizan el aire, catalizan intensamente la condensación de vapor de agua, lo que su vez deliberan calor, registrada posteriormente por los satélites.
Otra teoría descarta la acción del radón, y considera que la acumulación de energía en las placas tectónicas antes de los terremotos ocasiona la deliberación de flujos ionizantes en la atmósfera.
No obstante, la noticia sobre las observaciones recopiladas por la NASA sobre el calentamiento de la atmósfera puso en guardia a otros medios científicos y periodísticos en Rusia que sostienen que la catástrofe natural ocurrida en Japón fue obra del intelecto humano.
Según esos medios, el calentamiento de la ionosfera no son señales de movimientos telúricos sino que son la causa directa que los produce.
Al respecto, las fuentes citan las “armas climáticas”, más exactamente las instalaciones del famoso centro HAARP construido con ayuda del Pentágono en el territorio de Alaska para incidir en la ionosfera, entre otras formas mediante su calentamiento.
El proyecto HAARP (del inglés High Frequency Active Auroral Research Program, Programa de Investigación de Aurora Activa de Alta Frecuencia) financiado por la Fuerza Aérea, la Marina de EEUU, en la Universidad de Alaska, está destinado a controlar los procesos en al ionosfera que puedan alterar el funcionamiento de las comunicaciones y los sistemas de vigilancia y radares.
Para algunos científicos en Rusia, al calentar la ionosfera, el Haarp se convierte es un mecanismo que puede desatar terremotos.
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