San Martín, encanto francés del Caribe

San Martín es una de las numerosas islas que están desparramadas en el mar Caribe, pero tiene un encanto singular. Ocupa tan sólo 87 kilómetros cuadrados, pero se divide entre dos Estados. Una mitad es territorio de Francia, y otra, de Holanda. La isla fue descubierta por Cristóbal Colón en noviembre de 1493.

Los primeros colonos que se establecieron en la isla no procedían de España. Eran unos franceses que se dedicaron a cultivar tabaco, y unos holandeses que empezaron a explotar un yacimiento de sal. La isla fue dividida por primera vez en 1648. Francia quedó con casi el 66% de su territorio. Más tarde, a lo largo de unos 200 años, las Armadas de España, Gran Bretaña, Holanda y Francia disputaron la isla. La división definitiva se produjo en 1816. De San Martín a París, 6.756 kilómetros, dice este indicador de madera.

En la más famosa playa francesa, Orient Bay, peces toman comida de manos de los bañistas. Pican migajas de los dedos sin ningún temor. Menos mal que esa variedad de peces no tiene dientes.

La isla recibió su nombre en honor al obispo católico canonizado San Martín de Tours. Lo puso el propio Colón. Según una leyenda, el famoso conquistador español pisó el suelo de la isla el 11 de noviembre, fecha en que los católicos celebran el Día de San Martín. El agua cerca de las costas de la isla es de un azul vivo y tibia como la leche fresca.

En la isla viven unas 75 mil personas, criollos en su mayoría. Granjeros locales, al arrancar un pedazo de tierra a la roca, acondicionan allí un huerto donde cultivan tomates de un singular sabor dulce. Aquí uno acaba de entender por qué los americanos llaman fruta al tomate. El nivel de vida en el Caribe francés es mucho más bajo que en el continente, pero tampoco hay pobreza que salte a la vista, ni pordioseros ni personas que importunen a los turistas.

La arquitectura de San Martín es de estilo insular típico: villas pequeñas, fino enrejado metálico, caminos bordeados por palmeras.

En los acogedores restaurantes reina un ambiente familiar. Se ofrecen muchos platos de la cocina francesa, la que agrada a los turistas estadounidenses con su delicado sabor. Los clientes pueden acudir con ropa mínima, y los perros, sin traílla.

En las tiendas y las cafeterías locales se admiten tanto dólares como euros. Pero cada una fija su tipo de cambio. Las cafeterías de playa, las más democráticas, igualan el dólar al euro.

La parte francesa de la isla es famosa por sus colonias de naturistas y playas de nudistas. Hasta hay bares y restaurantes en que se puede estar desnudo. Toallas, chancletas y periódicos son artículos de la mayor demanda en San Martín, donde nadie tiene prisa.

En el Caribe no hay invierno. La temperatura media del aire es de 27 grados y del agua, de 26,4 grados. De agosto a noviembre existe el peligro de huracanes.

La isla es famosa por su ron exótico. Lo preparan de diversas frutas y flores, en particular, de guaba, coco y mango. Ninguna otra isla del Caribe ofrece tanta diversidad de esa bebida.

“No me pisen”, advierte por si acaso la estatua de Buda a los clientes de un restaurante playero.

Aunque San Martín es un lugar bastante caro, por los pagos que se realizan en euros, lo visitan hasta un millón de turistas al año. El turismo y el esparcimiento son la industria fundamental de la isla. Según datos de 2007, el PIB en la parte francesa de San Martín se situó en casi 600 millones de dólares, o de 20 mil dólares per cápita.

En la isla hay muchos casinos y clubes nocturnos. En las discotecas gozan de popularidad los estilos merengue y mambo. Pero los parajes pintorescos como éste son el más grande atractivo de San Martín.

La isla se extiende sobre unas lomas. La más alta se eleva a casi medio kilómetro sobre el nivel del mar y se llama Paraíso. Pero del Paraíso no brota ningún río ni arroyo. No los hay en la isla.

Los canadienses y los estadounidenses de edad avanzada gustan de pasar vacaciones en San Martín, porque es un lugar acogedor, tranquilo y seguro. Aunque los idiomas oficiales son el francés y el holandés, el más difundido en el trato entre la gente es el inglés.

Antes de ser colonizada, la isla se llamaba “tierra de sal” en la lengua de los aborígenes. San Martín es rico en bosques tropicales secos capaces de aguantar prolongadas sequías.

Orient Bay, la más famosa playa de la isla, gozó de mucha popularidad ya antes de ser inventado el automóvil. En ese original carretón tirado por caballo llevaban pizza para servirla a los bañistas al borde mismo del mar, afirman sus propietarios.