Las mujeres toman la palabra: ¿Por qué las mujeres pueden ser tan malas unas con otras?

© Foto : Mikhail Kharlamov/Marie Claire RussiaSvetlana Kolchik
Svetlana Kolchik - Sputnik Mundo
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Nada personal. Pues, casi nada. Sin contar los recuerdos de la vaga adolescencia de ser maltratada por otras chicas. Fue en la época soviética, el hecho de compartir una habitación entre 14 chicas en un campamento de pioneros durante todo el verano nos puso en condiciones darwinianas. Prosperaban las más fuertes y odiosas. Las más tímidas sobrevivían, pero a duras penas. Yo me vi entre las últimas.

Nada personal. Pues, casi nada. Sin contar los recuerdos de la vaga adolescencia de ser maltratada por otras chicas. Fue en la época soviética, el hecho de compartir una habitación entre 14 chicas en un campamento de pioneros durante todo el verano nos puso en condiciones darwinianas. Prosperaban las más fuertes y odiosas. Las más tímidas sobrevivían, pero a duras penas. Yo me vi entre las últimas.

Pero en cualquier caso esto tuvo lugar hace mucho tiempo. Desde aquel entonces he tenido mucha suerte con mis amigas, leales, comprensivas y fidedignas. Aun así la estabilidad y la autenticidad de las relaciones entre las mujeres es objeto de discusión con mi novio. Insiste en que la amistad femenina es menos duradera y fiable que la de que existe entre los hombres. Sin hablar de las relaciones menos próximas, tipo las que existen entre colegas o poco conocidas, aquí las mujeres podemos actuar como verdaderos monstruos. 

Pues, sin duda mi novio sabe de qué está hablando. Sus compañeros de infancia siguen siendo los mejores amigos. Mis mejores amigas son de los últimos años del colegio y de la universidad. Pero me inclino a reconocer que ahora adultas, las chicas podemos ser espantosamente malas unas con otras.

“Mira su vestido. Parece una vaca. No, un cerdo descomunal. Y su chico es feo como un demonio. ¿Son buena parejita, verdad? Esta perra se encontró una pareja por fin. A ver, cuanto durará.” El presente flujo de pensamiento es fragmento de una charla común en Facebook, un grupo de chicas “amigas de Facebook” discutiendo una foto de una mujer, celebridad de la vida de lujo moscovita (la imagen fue sacada de una pagina de chismes.) Una se choca con innumerables comentarios similares cada día.

Psicólogos lo designan como la enfermedad social más proliferante. Facebook y otros medios sociales ofrecen un buen espacio para este tipo de acoso femenino, el chismeo compulsivo que se transforma en agresión verbal de niveles aterradores. Mientras las adolescentes malas se quejan de coetáneas a sus espaldas, las mujeres adultas lo hacen ante las pantallas de sus iPhones y computadoras. El mundo virtual ofrece un espacio infinito sin represalias para burlas y ataques, y parece que las mujeres somos campeonas de este tipo de deporte. Somos ávidas fanáticas de medios sociales, los recientes estudios revelaron que las mujeres usamos Facebook y otras redes sociales en al menos 10% más que los hombres.

¿Será que de verdad las chicas se han hecho más malévolas últimamente o es nuestra cualidad innata que se ha reforzado hoy en día en medio de las oportunidades de la era digital? (Mi novio cree en lo último.) Expertos admiten que la respuesta radica en las maneras diferentes de cómo se crían los chicos y las chicas. Es normal si se pelean los chicos, verbal- o físicamente, pero a las chicas las crían de “azúcar, flores y muchos colores”.  No se las anima a meterse en confrontaciones ni expresar abiertamente su ira, así las mujeres aprenden a manifestar su rencor indirectamente. Mediante acciones denominadas por sicólogos como agresión social o relacional.

No obstante, las chicas compiten mucho unas contra otras. Es posible que no lo admitamos pero es verdad, incluso lo hacemos con mayor ferocidad que los hombres. Pero ya que la sociedad no lo aprueba, las mujeres lo hacemos de manera velada. Teniendo en cuenta la presión perfeccionista que tienen muchas mujeres, que se aviva por la cultura de la celebridad, somos muy propensas a comparar aspectos, ropa, hijos, carrera, sueldo y etc. La constante comparación a veces provoca agresividad social, malevolencia y hasta envidia, antes de que nos demos cuenta de esto. Algunas de nosotras camuflamos nuestras inseguridades con todos estos chismes, ataques a los defectos de otras mujeres y otro comportamiento inmaduro.

Algunos dicen que a la mujer le resulta más difícil encontrar a una amiga verdadera. Y no está lejos de la verdad, creo. Destaqué la importancia de relaciones femeninas (Realmente obtenemos un subidón de charlas y afectivas emocionales con otras mujeres - lo describí en mi artículo el año pasado http://sp.rian.ru/opinion_analysis/20110419/148759978.html).

No obstante, entiendo que he logrado mantener una amistad duradera y confiada con las chicas sólo después de que me he convencido a mí misma de evitar comparaciones y competiciones contra ellas. Al igual que con mis colegas de trabajo.

Y mientras las mujeres modernas seguimos con nuestros chismes, lo único que les pido es ... compasión, ante todo hacia nosotras mismas, y luego hacia los demás. Todas nosotras tenemos nuestras inseguridades, y la vida es bastante desafiante, no vale la pena llenarla con la inútil basura verbal.

*Svetlana Kolchik es directora adjunta de la edición rusa de la revista Marie Claire. Se graduó de la Universidad Estatal de Moscú, facultad de Periodismo, y la Universidad de Columbia, Escuela de Estudios Avanzados de Periodismo, colaboró para el diario Argumenti I Fakti en Moscú y el USA Today en Washington, con RussiaProfile.org, ediciones rusas de Vogue, Forbes y otras.

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

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