Una nueva espiral de democracia en Rusia

© RIA Novosti . Aleksei Druzhinin / Acceder al contenido multimediaVladímir Putin
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El discurso pronunciado por el primer ministro y presidente electo de Rusia, Vladímir Putin, en la Duma de Estado (cámara baja del Parlamento ruso) fue en cierto modo la culminación de aquel ‘deshielo’ que se inició en la política rusa el año pasado.

El discurso pronunciado por el primer ministro y presidente electo de Rusia, Vladímir Putin, en la Duma de Estado (cámara baja del Parlamento ruso) fue en cierto modo la culminación de aquel ‘deshielo’ que se inició en la política rusa el año pasado.

Cuando se estableció el ‘ritual’ de presentación por el primer ministro del informe anual sobre la gestión del Gobierno, después de que Dmitri Medvédev ocupara el sillón presidencial, era difícil imaginar que el discurso del jefe del Gobierno pudiera interrumpirse por observaciones críticas o que todos los diputados de un grupo parlamentario abandonaran la sala de sesiones durante la intervención del futuro jefe de Estado.

Pero Putin, que en su momento evidentemente apoyó la iniciativa del presidente Dmitri Medvédev de introducir esta forma de rendir cuentas sobre la gestión del Gobierno, estaba dispuesto a un nuevo formato de comunicación con el parlamento. Ninguna cuestión ni réplica crítica le hizo perder la paciencia.

Pero los politólogos esperaron en vano que Putin informara a los diputados sobre la nueva estructura del gabinete de ministros. El presidente electo de Rusia solo dijo que “cambiará a la administración”.

La insinuación del diputado que hizo la respectiva pregunta fue clara: “Existe una alternativa a su entorno”. Y la respuesta de Putin, “estoy de acuerdo con usted”, da esperanzas de que al menos escuchemos nuevos nombres.

Sin embargo, Putin manifestó uno de sus rasgos más importantes, que consiste en no traicionar a los que pertenecen a su círculo más próximo. Respondiendo a la crítica dirigida hacia varios ministerios, el primer ministro no presentó a los ministros menos populares como responsables de todos los problemas sino que dio explicaciones detalladas, sin recurrir a las excusas que el jefe del Gobierno no puede saberlo todo.

Es curioso que casi a todos los ataques políticos Putin haya respondido de modo liberal e incluso occidental. ¿Es caro e inconveniente el Examen Estatal Unificado? Pues así se pasan examenes en todo el mundo. ¿Queremos que nuestros diplomas se reconzcan en otros países? En este caso, tenemos que aplicar los estándares internacionales.  

¿Existen preocupaciones respecto al ingreso de Rusia a la Organización Mundial de Comercio (OMC)? Sí, esto puede afectar varios sectores. Pero "no podremos modernizar nuestra economía sin ingresar a la OMC”.

Además, la OMC no solo nos obligará a competir sino también nos ayudará a proteger a nuestros fabricantes en el extranjero. Por otro lado, es imposible evitar siempre la competencia. “Mientras que no se sienta la competencia real, no habrá inversiones en modernización”, dijo Putin.

El jefe del Gobierno respondió a las sospechas de los comunistas respecto a la creación de un centro de tránsito de la OTAN en la ciudad rusa de Uliánovsk con pragmatismo y defendió esta idea, al señalar que la estabilidad en Afganistán responde a los intereses nacionales.

“No queremos que nuestros soldados combatan en la frontera tayiko-afgana... En este caso, tenemos que ayudarles [a las fuerzas internacionales en Afganistán]. La preservación de la estabilidad en Afganistán responde a nuestros intereses nacionales”.

Quizás solo en un momento Putin se desvió de su estilo liberal, dando una importancia especial a todo lo que se refiere a la soberanía de Rusia, ante todo la soberanía económica.

El auditorio acogió con un evidente escepticismo muchos éxitos declarados por Putin, pero un éxito se valoró de forma unánime, lo que el país logró al reservarse el derecho de tomar decisiones soberanas.

Uno de los dogmas neoliberales de los noventa era la convicción que la integración económica y la expansión del principal orden mundial (occidental) conllevaría automáticamente prosperidad y el desarrollo de la democracia.

El ejemplo de la Grecia arruinada a la que la Unión Europea no permitió celebrar un referendo sobre reformas económicas poco populares causó una fuerte impresión a Vladímir Putin. Este ejemplo muestra que el dogma anunciado ya es obsoleto. Es imposible importar la democracia. Ningún país se convertirá automáticamente en Estado democrático al adherirse a una organización. Cada país debe desarrollar la democracia por sus propias fuerzas.

La situación cuando los diputados del partido Rusia Justa, de corte socialdemócrata, abandonaron la sala de sesiones de la Duma de Estado tras escuchar la respuesta de Putin sobre la huelga de hambre de Oleg Shein, excandidato a la alcaldía de la ciudad de Astracán (curso bajo del Volga) por el partido Rusia Justa pone en evidencia que la democracia en Rusia “va levantándose paulatinamente y deja de estar de rodillas”, según dicen los diputados del partido oficialista Rusia Unida.

Parece que el exdirector del escenario político ruso, Vladislav Surkov, no ha bromeado al decir en su reciente entrevista que el régimen monopartidista que existía en Rusia desde 2007 fue, de hecho, un tratamiento médico que llega a su fin.

“Putin está dispuesto a trabajar en condiciones de más libertad de palabra, es un político demasiado flexible y competente para temer que le hagan preguntas a las que no estaba preparado”, dijo Viacheslav Igrunov, director del Instituto Internacional de Investigaciones Político-Humanitarias.

“En realidad, parece que la época del tratamiento de Surkov llega a su fin, pero el problema principal consiste en que este tratamiento se llevaba a cabo en un hospital carcelario. El paciente, que no cambiaba de postura durante cinco años, está muy flojo y es incapaz de hacer mucho sin ayuda externa”, añade.

“La oposición no tiene ideas reales sobre la gestión del país. Solo está dispuesta a entrar en conflicto con el Gobierno y está volcada en su deseo de distinguir entre los opositores reales y falsos”, agrega.

Las preguntas complicadas hechas a Putin por el líder de Rusia Justa, Serguei Mirónov, quien se levantó de su escaño en protesta sin ni siquiera esperar la respuesta de Putin, y el intento continuo del partido de promover el tema de reforma política, muestran que se debería dejarse de considerar este partido como un “proyecto del Kremlin”.

Respondiendo a las preguntas, Putin no dio promesas concretas sobre la democratización de la sociedad, pero se podía percibir cierta garantía de que los logros obtenidos en la época de la presidencia de Medvédev se reforzarán. “La Ley fue promulgada y debe cumplirse”, dijo Putin respecto a la reforma, según la cual para registrar un partido bastará con un total de 500 miembros, en lugar de los 40.000 afiliados que se necesitaban antes.

Tampoco insistió en que las candidaturas propuestas por los partidos para el cargo de gobernador se pasasen por el “filtro presidencial”,

Es importante que Putin no haya exigido que los gobernadores sigan fieles a la política de Rusia Unida. Solo se trataba de la necesidad de prevenir que los separatistas, nacionalistas o los relacionados con criminales sean nombrados para el cargo.

A estas restricciones se recurría asimismo en la época de la presidencia de Borís Yeltsin. Es suficiente recordar lo ocurrido con la elección del alcalde de Nizhni Novgorod o el bloqueo de las intenciones del magnate ruso Anatoli Bíkov de gobernar en el territorio de Krasnoyarsk.

Así las cosas, se puede decir que la democracia se reanima en Rusia y en mejor versión que en los noventa.

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

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