El realista Putin y el liberal Medvédev

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El discurso con el que intervino Vladimir Putin ante los diplomáticos rusos no fue vibrante, pero mostró la visión global que guía al presidente de Rusia.

El discurso con el que intervino Vladimir Putin ante los diplomáticos rusos no fue vibrante, pero mostró la visión global que guía al presidente de Rusia.

Es curioso compararlo con lo que dijo hace dos años Dmitri Medvédev en una cita semejante.

“A pesar de las discrepancias más acuciantes en el escenario mundial, hoy es evidente la aspiración a armonizar las relaciones, a entablar diálogos y a reducir la conflictividad”, afirmó de manera optimista Medvédev hace dos años. “Las relaciones internacionales están agravándose… no podemos calificarlas de equilibradas o estables. Al revés: los elementos de tensión y de confusión están creciendo, y la confianza y la transparencia quedan a menudo, por desgracia, fuera del proceso”, hace constar Putin de manera más bien pesimista.

Medvédev, en 2010: “Estimulados por la crisis económica mundial, todos estamos en búsqueda de unos nuevos enfoques no solo respecto a las instituciones económico-financieras globales, sino al orden mundial en general. Por supuesto, se trata de principios de interacción más justos, de construir relaciones entre las naciones libres en base a principios firmes del derecho internacional universal”.

Putin, en 2012: "La economía mundial está plagada por las metástasis de la crisis, y el proteccionismo se torna en la norma… Una cantidad considerable de nuestros socios tiende a asegurar solo su propia invulnerabilidad, olvidando que en las condiciones contemporáneas todo está interrelacionado. Tampoco se vislumbran variantes seguras para la superación de la crisis económica… las perspectivas cada vez son más alarmantes… La lucha por el acceso a los recursos se intensifica, provocando las vacilaciones anormales en los mercados de materia prima y de energía”.

Donde el presidente de 2010 vio posibilidades y perspectivas, el de 2012 ve amenazas y motivos de preocupación. ¿Se ha hecho el mundo tan peligroso en un periodo tan breve de verdad? ¿O son las peculiaridades de una visión personal? Son ambas cosas.

Es difícil negar que la situación en el mundo esté empeorando. En los últimos dos años Europa se ha sumergido en un abismo de crisis de deuda que sigue agravándose y la 'Primavera árabe' ha puesto patas arriba todo Oriente Próximo. El problema de Irán se plantea cada vez de manera más relevante. La OTAN ha realizado una nueva intervención para el cambio de régimen. Y pese a todo, Afganistán aún no se acercado a la paz, la tensión en Asia está creciendo y la polarización dentro de la política estadounidense no se reduce. Pero hay que decir que las tendencias que acabo de citar ya llevan tiempo vigentes, por lo cual el asombroso optimismo de Medvédev en 2010 no encajaba con la mayoría de las estimaciones de expertos.

La diferencia radica en el punto de partida. Medvédev parte del desarrollo interno de Rusia, buscando en el mundo externo algo que pueda estimularlo. Putin, al revés, se centra en la situación mundial, para sacar las conclusiones de cómo los acontecimientos internacionales pueden influir en los procesos internos de Rusia.

Dmitri Medvédev es un liberal verdadero, al menos en lo que a las relaciones internacionales se refiere. Como es habitual en el caso de los liberales, cree que la política externa se determina por la interna y debe servirle. La mayor parte del discurso de 2010 fue dedicada a la necesidad de contribuir a la modernización y las innovaciones: las direcciones básicas de estos procesos los embajadores han de conocerlas como el 'Padre nuestro'. “Debemos determinar con qué países cabe cooperar para obtener el mayor rendimiento para el desarrollo en Rusia de las correspondientes tecnologías y mercados para que la producción de alta tecnología rusa salga a los mercados regionales y globales”. La segunda tarea de la política exterior, desde el punto de vista de Medvédev, es la de “afianzar las instituciones de la democracia rusa y de la sociedad civil. Debemos contribuir a la humanización de los sistemas sociales en todo el mundo, y ante todo en nuestro propio país”.

Fue un enfoque original: la cuestión principal para la diplomacia desde tiempos remotos ha sido la de la paz y la guerra. Y el encontrar una respuesta correcta ha constituido siempre la aportación más importante de la diplomacia al desarrollo exitoso de su país. Pero la introducción de los conceptos de “democracia” y “humanización” en el discurso centrado en la política externa es un método puramente liberal.

Mientras tanto, Putin (y esto salta a la vista cuando lo comparamos con Medvédev) es un realista clásico. Lo primordial para él son los factores de la estructura, el sistema internacional que determina cómo se portarán los Estados. Un sistema que a menudo no les deja ninguna alternativa. A Putin le importa el equilibrio de fuerzas (ahora, además, de las “fuerzas blandas”), la capacidad de un país de ser autónomo, independiente, de proteger sus derechos de soberanía. También habló mucho de los mercados y de las tecnologías (sin mencionar la “modernización” ni una sola vez), pero como si se refiriese a una herramienta. Lo de “ayudar a nuestras empresas de manera más eficaz en los mercados externos”, “no reparar en promover la producción del complejo militar industrial”, aprovechar de las posibilidades que brinda la Organización Mundial del Comercio (OMC), cancelar los visados con la Unión Europea con tal de estimular el negocio, no es una estrategia (Putin no cree que estrategia alguna sea posible en el mundo de hoy), sino que es una táctica para la ampliación de las posibilidades y, por consiguiente, para el incremento de fuerzas, sin las que en el mundo actual es imposible sobrevivir.

Entre los presidentes rusos de 2010 y de 2012 hay otras diferencias también. Por ejemplo, Medvédev da prioridad a Asia, mientras que Putin se fija más en Europa. Pero estos son ejemplos particulares y sin embargo hay un aspecto en el que los dos líderes rusos coinciden: ambos se dan cuenta de que Rusia es una parte inherente al mundo global. “La política externa de Rusia… no tiene nada que ver con el aislacionismo o la confrontación, y supone la integración en los procesos globales”. Esta frase, tan del estilo de Medvédev, la dijo Putin. La globalización puede prometer posibilidades, como para Medvédev, o entrañar peligros, como para Putin. Pero lo cierto es que es imposible contrarrestarla. Y esta es la causa principal de la continuidad de la política externa rusa de la que tanto se habla.

*Fiodor Lukiánov, es director de la revista Rusia en la política global, una prestigiosa publicación rusa que difunde opiniones de expertos sobre la política exterior de Rusia y el desarrollo global. Es autor de comentarios sobre temas internacionales de actualidad y colabora con varios medios de Estados Unidos, Europa y China. Es miembro del Consejo de Política Exterior y Defensa y del Consejo Presidencial de Derechos Humanos y Sociedad Civil de Rusia. Lukiánov se graduó en la Universidad Estatal de Moscú.

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