Las elecciones en Cataluña y las posibilidades de desintegración de la UE

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Cataluña votó por su independencia de España en las elecciones regionales y los hinchas del Barça en todo el mundo quedaron estupefactos. ¿En el campeonato de qué país va a jugar su club predilecto?

Cataluña votó por su independencia de España en las elecciones regionales y los hinchas del Barça en todo el mundo quedaron estupefactos. ¿En el campeonato de qué país va a jugar su club predilecto?

Se puede decir que se puso inicio al proceso de la recomposición de las fronteras interestatales en Europa o quizás no sólo en esta parte del mundo.
Pero tales conceptos como las fronteras nacionales o la soberanía ya están obsoletos. Lo ponen en evidencia decenas de Estados autoproclamados, así como los territorios que aspiran a convertirse en tales Estados, que están dispersos por todo el mundo. En varias ocasiones, la proclamación de la independencia es un motivo para librar una guerra, como fue en Abjasia, Osetia del Sur, Alto Karabaj y Transnistria.

Parece que en Europa no se desarrollará un guión similar y no hay que temer ante el caso de Cataluña.

Independencia al estilo catalán

Los partidarios de la independencia de Cataluña recibirán la mayoría de escaños en el Parlamento catalán, que se compone de 135 diputados. Esto es el resultado principal de las elecciones celebradas en esta comunidad autónoma que tanto en la propia Cataluña, como en toda la España se percibían como un plebiscito sobre la independencia.

El presidente de la Generalitat (Gobierno) de Cataluña Artur Mas, que promovió la convocatoria de las elecciones autonómicas anticipadas después de que Madrid rechazara la propuesta de Mas de conceder a Cataluña una mayor autonomía fiscal, advirtió de antemano que si lograba la mayoría absoluta celebraría un referéndum sobre autodeterminación en la región.

La coalición nacionalista de centroderecha Convergencia i Unió (CiU) de Mas logró la victoria, pero no consiguió la mayoría absoluta (68 escaños). En comparación con su resultado anterior (62 escaños), esta formación política perdió 12 escaños. Por otro lado, los partidarios de la independencia más radicales, Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), duplicaron su presencia en el Legislativo regional.

Esto suficiente para convocar un referéndum, pero no lo es para ganarlo y poner bajo la amenaza a todo el orden europeo, como se muchos temen. Según los expertos, el tanteo en la discusión sobre la independencia de Cataluña es de 46-42 a favor de los partidarios de la autodeterminación.

La nación sale para protestar

En 2006, para mantener la estabilidad en el país, el Gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero, que acababa de llegar al poder, dio a Cataluña el derecho de recibir todos los ingresos fiscales a nivel local y la mitad de los ingresos a nivel regional. Así se podría evitar problemas. Cataluña donde vive un 20% de la población del Estado español, genera casi un 25% del PIB español, pero estas cifras no evidencian que esta región sea un donante extraordinario.

Se cree que la crisis agudiza todos los problemas. Pero no se puede atribuir a la crisis el fallo del Tribunal Constitucional de España, que en verano pasado rehusó a reconocer a los catalanes como una nación.

En respuesta, unos 1,5 millones de los habitantes de Cataluña, que tiene 7,5 millones de habitantes en total, se manifestaron en una marcha bajo el eslogan “Somos una nación”. Si el referéndum para la independencia de la región se lleva a cabo, los preparativos para éste se iniciaron en la fecha anunciada.

Cualquier separatismo tiene en su origen una injusticia histórica legalizada posteriormente con las fronteras inalterables. Algunos territorios lograron convertirse en Estados en el momento del trazado de las fronteras, otros no.

En todo caso, Cataluña gozó de la mayor independencia en su historia cuando formaba parte del reino de Aragón. Pero los catalanes más románticos creen que su Estado debe integrar también el sur de Francia (Rosellón), Andorra y Valencia.

En la historia más reciente, Barcelona fue baluarte republicano durante la Guerra Civil Española (1936-1939). Después del triunfo del régimen franquista empezaron las ejecuciones masivas, que nunca pasarán al olvido en Cataluña, a pesar de cualquier reconciliación.

Y muchos catalanes consideran que la política aplicada hoy por el Gobierno de Mariano Rajoy, cuyo objetivo es privar a Barcelona a todos los beneficios que ésta recibió de las autoridades izquierdistas, es una continuación lógica de los intentos de rehabilitar al Generalísimo emprendidos por varios representantes de la derecha en España.

La burguesía separatista

Cualquier Estado aspira a ser omnipotente. La democracia existe para frenarle en sus intentos. Es una lucha eterna en la que suelen ganar todos si un Estado deja de predominar.

Pero este modelo es inviable cuando los mitos históricos se entrelazan con los intereses económicos, especialmente durante las épocas de crisis. Hasta las democracias más ilustradas actúan como si hubiéramos estado en el siglo XVII, cuando acababa de firmarse la Paz de Westfalia, que dio origen a los conceptos de soberanía nacional e integridad territorial.

Pero además de Cataluña, existe el País Vasco, Escocia, Irlanda del Norte, así como las regiones flamenca y valona de Bélgica. Tampoco no se estabilizó la situación en el espacio postsoviético después de la desintegración de la URSS.

En esta coyuntura, resulta que Cataluña es un país muy apropiado para crear un precedente esperado. Allí no son guerrilleros o pobres habitantes de los suburbios europeos los que exigen la independencia, sino la burguesía afortunada.

Y esta burguesía no la exige verbalmente, como hacen los habitantes prósperos de Bavaria o de la separatista Liga del Norte de Italia, sino que sale a la calle para manifestarse, gana las elecciones y convoca los referéndums.

Obsesión por la idea de separatismo

En cuanto al referéndum por la independencia, es poco probable que Cataluña sea el primer país que lo convoque. En Escocia tal referéndum ya está programado para otoño de 2014.

Según muchos expertos, Londres ofreció a Edimburgo la oportunidad después de sopesar todos los pros y los contras y comparar las pérdidas hipotéticas con las posibles ventajas. Y posiblemente Escocia tomará en consideración el respeto y cortesía de Londres, que dio a los escoceses esta oportunidad escarmentado de las amargas experiencias del pasado.

El problema del separatismo no sólo está vinculado con los mitos históricos o nacionalismo. Según muestra la experiencia, el separatismo puede ser de carácter civil. Igual que había muchos rusos en las filas de Sajudis (Movimiento Reformista Lituano), que encabezó la lucha por la independencia de Lituania, o en el Frente Popular independentista de Letonia, muchos españoles, -ante todo los de izquierdas- se pronuncian a favor de la independencia de Cataluña

Y si Madrid no renunciara a reconocer a los catalanes como una nación durante tantos siglos, es posible que el propio Antonio Gaudí hubiera considerado posible hablar no sólo catalán.

El separatismo es, en su mayoría, un proyecto político. Las ofensas y prejuicios históricos pueden hacer a millones de personas a congregarse en una plaza, pero no se podrá impulsar a las masas a usar explosivos sin una influencia externa.

La provincia puede manifestar su descontento, los activistas pueden formar grupos clandestinos, pero la mayoría de los separatistas no suelen ir más lejos de esto, incluso en el caso de que sientan simpatía por los patriotas.

Además, estas simpatías suelen dispersarse, porque un movimiento separatista ilegal se convierte más tarde o más temprano en un refugio para las personas poseídas por la idea de la independencia.

Por eso, con el paso del tiempo, las organizaciones separatistas pierden apoyo popular. Así pasó con la organización radical separatista vasca ETA y el grupo armado disidente de Irlanda del Norte IRA. Uno de los jefes de los terroristas chechenos, Shamil Basaev, tampoco fue un héroe nacional durante mucho tiempo.

El Barça está fuera de la ley

El problema del separatismo es el problema de la autonomía. Es decir, se trata del problema de relaciones entre las élites. Por eso los resultados del separatismo catalán se distinguirán probablemente de las consecuencias del separatismo abjasio.

A juzgar por todo, la celebración del referéndum para la independencia de Cataluña es inevitable. Dos tercios de los diputados del nuevo parlamento fueron elegidos gracias a la proclamación de la independencia.

Pero según muchos observadores catalanes, la confrontación interna en la arena política debe de agudizarse, porque la supremacía del partido gobernante ya no es tan evidente después de que éste perdiera 12 escaños.

Mientras, la polémica suscitada en torno a los asuntos económicos entre el presidente del Gobierno de Cataluña, abiertamente derechista, y sus socios para la organización del referéndum, de corte izquierdista, era demasiado aguda ya antes de las elecciones. Esto puede ejercer una influencia en la preparación del referéndum.

Es decir, la victoria de los partidarios de la independencia en el referéndum no está programada. Es posible que la prosperidad de Cataluña, que fue una de las causas del separatismo, pueda suscitar dudas: las crisis llegan y se van, pero no está claro que Cataluña siga prosperando en caso de un cambio radical del 'status quo' actual?

Los indicadores económicos de Cataluña son mejores que los de España en general. La tasa de desempleo en esta comunidad es más baja también. Pero esto no es tan notable para considerarlo como una ventaja inalienable de Cataluña, como por ejemplo un mar cálido. ¿Seguirá Cataluña gozando de esta ventaja si grandes corporaciones se mudan a otras regiones de España, huyendo de los riesgos? Se dice que esta migración ya ha empezado.
A pesar de todo su patriotismo, los que viven bien no quieren encontrarse en un país boicoteado por la Unión Europea y no reconocido por una mitad de los Estados del mundo. Además, no está claro dónde y con quién jugará el Barça.

Es posible que el orden mundial establecido por el Tratado de Westfalia, con sus fronteras inalterables y el 'sancta sanctorum' de la soberanía nacional, se haya quedado obsoleto. Pero en realidad, ninguno de los que tienen algo que perder quiere tentar la suerte y gastar muchos años para sobrevivir la época de transición.

Por otro lado, a pesar de que el Tribunal Constitucional de España rehusó a reconocer a los catalanes como una nación, no se exige que el idioma castellano pase al primer plano en Cataluña ni que se nombre para el cargo del presidente del Gobierno catalán sólo a las personas de nacionalidad española, como podría ser en el caso de que el conflicto se desarrolle según el guión de Abjasia o del Kurdistán turco.

Pese a la convicción de los catalanes de que Madrid se burla de ellos, pese al desprecio hacia los valones pobres por parte de los flamencos ricos en Bélgica o hacia los habitantes de Nápoles por parte de los habitantes de Milán en Italia, esto no tiene nada que ver con el régimen franquista ni con el Imperio.

Y lo más importante es que las élites de Cataluña y de España se vean obligadas a buscar fórmulas de compromiso, a diferencia de las élites de las regiones mucho más agitadas. Esto ocurre porque estas élites son elegidas por el pueblo. Y nadie está dispuesto a votar por una guerra.

Además, muchos pensarán si merece la pena votar por los que no han logrado llegar a un acuerdo en la época de crisis. Al menos, en los casos cuando les pregunten sobre su opinión.

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

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