El 'Costa Concordia' naufragó en un mundo que desconocemos

Síguenos en
La noche del 13 al 14 de enero de 2012, el crucero ‘Costa Concordia’ se desvió arbitrariamente del rumbo cerca de la costa de Italia, se acercó demasiado a la isla de Giglio, chocó contra una roca a velocidad máxima, abrió una grieta en su lado izquierdo y, al hacer un viraje, encalló a la distancia de un kilómetro hacia el norte.

La noche del 13 al 14 de enero de 2012, el crucero ‘Costa Concordia’ se desvió arbitrariamente del rumbo cerca de la costa de Italia, se acercó demasiado a la isla de Giglio, chocó contra una roca a velocidad máxima, abrió una grieta en su lado izquierdo y, al hacer un viraje, encalló a la distancia de un kilómetro hacia el norte.

Es difícil imaginar cómo pudo pasar esto en aguas bien conocidas y con el uso de sistemas avanzados de navegación y mapas electrónicos, incluso sin tomar en consideración las causas de la desviación del rumbo. Resultó que la nave seguía una ruta incorrecta porque el capitán del crucero, Francesco Schettino, solía cambiar de rumbo para saludar al excapitán del ‘Costa Concordia’ que vivía en la isla de Giglio.

Aquella historia está llena de curiosidades desde su inicio hasta su fin. Así las cosas, al explicar porqué abandonó la nave mucho antes de terminar la evacuación de los últimos pasajeros, Francesco Schettino dijo que no lo hizo premeditadamente sino, por la inclinación, se deslizó a una de las lanchas de emergencia, y que de esa posición no le quedó más remedio que echarse a la mar con la misma.

Pero dejando bromas aparte, tenemos que recordar los acontecimientos que tuvieron lugar hace 100 años: el naufragio del ‘Titanic’, buque "insumergible" dotado con los equipos más avanzados con el que no debía pasar nada grave.

Está bien que la historia suela repetirse como farsa. La tragedia que tuvo lugar en abril de 1912 cobró la vida de más de 1.500 personas, mientras que ascendieron a 30 las víctimas mortales del naufragio del ‘Costa Concordia’ y a 2 el número de desaparecidos.

Parece que durante las últimas décadas, el mundo se sumergió en un positivismo primitivo poco justificado, como fue en la antesala de la Primera Guerra Mundial hace 100 años. Volvemos a creer que el progreso tecnológico asegurará en breve el dominio del hombre sobre la naturaleza.

Pero ahora la situación es aún más interesante. Los equipos sofisticados penetran en nuestra vida en mayor medida, lo que incrementa la presión real sobre los usuarios, a los que se intenta proteger de la información inútil.

Se trata de la infraestructura que forma nuestro medio ambiente habitual. Hace 100 años, una lámpara eléctrica se consideraba como milagro en Rusia. Ahora lo raro es cuando tienen lugar cortes de electricidad.

¿Se puede aplicar esto al ‘Costa Concordia’? Sí y a todas las personas también en la misma medida.

¿Imagina uno cómo funciona la red eléctrica de tres fases? ¿Y cómo es la red eléctrica en su piso o en todo el edificio? ¿Cómo está organizado el sistema de suministro eléctrico en una ciudad, cómo se mantiene el equilibrio entre la generación y consumo?

¿Cómo son los sistemas de suministro de agua y de canalización? ¿Cómo funcionan sistemas de suministro de gas en las ciudades? ¿Cómo está organizado el sistema de control del tráfico de trenes en el metro, cómo es el diseño de las escaleras automáticas, dónde está el carril electrificado?

¿Cómo funciona el motor de combustión interna en un coche y cómo es el diseño de su sistema eléctrico, hidráulico, caja de cambio de velocidades?

¿Sabe uno cómo funciona el horno microondas que está en su cocina?

Si uno no puede contestar a estas preguntas, esto quiere decir que no entiende cómo está organizado el medio ambiente tecnológico en el que vive y con el que está en contacto diariamente. No hay nada malo en esto, sólo es un motivo para pensar sobre nuestros conocimientos de los objetos circundantes.

Nada impide estudiar en la medida de lo posible y de la necesidad real el medio ambiente de un habitante de la ciudad. La mayor parte de la población está educada y se pueden encontrar los libros necesarios en bibliotecas o Internet.

Pero las historias anecdóticas sobre la utilización de hornos de microondas para secar a los hámsters y de macetas para poner la toma de tierra a equipos eléctricos ponen en evidencia que los ciudadanos todavía tienen mucho que estudiar.

Uno puede decir que no debe saberlo todo. ¿Es asunto sólo de fontaneros y electricistas? Es así. Pero parece que el capitán del ‘Costa Concordia’ también pensaba que el sistema de navegación y el mapa electrónico debían saber hacer varias cosas en vez de él.

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

Lo último
0
Para participar en la conversación,
inicie sesión o regístrese.
loader
Chats
Заголовок открываемого материала