Amr Musa advierte que en la oposición aumenta el repudio contra el gobierno de Egipto

© RIA Novosti . Rafael DaminovAmr Musa
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La incompetencia del gobierno ha conducido a Egipto a una crisis política y económica sin precedentes y sólo la formación urgente de un gobierno de unidad nacional podría salvar la situación; hasta que se forme, la oposición planea boicotear las elecciones legislativas, declaró Amr Musa, exsecretario general de la Liga Árabe y uno de los líderes del opositor Frente de Salvación Nacional (FSN), en una entrevista a RIA Novosti.

La incompetencia del gobierno ha conducido a Egipto a una crisis política y económica sin precedentes y sólo la formación urgente de un gobierno de unidad nacional podría salvar la situación; hasta que se forme, la oposición planea boicotear las elecciones legislativas, declaró Amr Musa, exsecretario general de la Liga Árabe y uno de los líderes del opositor Frente de Salvación Nacional (FSN), en una entrevista a RIA Novosti.

- La oposición egipcia abandonó la Comisión Constitucional encargada de elaborar una nueva Ley Fundamental para el país, luego boicoteó el referéndum constitucional y ahora planea hacer lo mismo con las elecciones legislativas. ¿No le parece que se lo está poniendo muy fácil a sus oponentes políticos que están actualmente en el poder? ¿No llevará esta actitud a una marginación política de la oposición?
- El tema del boicot de las legislativas está suspendido por el momento. Si el Tribunal Constitucional aprueba la decisión del Tribunal Administrativo de suspender la convocatoria de elecciones parlamentarias, revisaremos nuestra postura con respecto a la participación en la votación. Aunque la decisión sobre el boicot no está descartada.

- El Frente de Salvación Nacional acusa a las autoridades egipcias de incapacidad para gobernar el país, de haber arruinado la economía nacional y de ser el culpable de la falta de seguridad. Al mismo tiempo llama a los ciudadanos a la desobediencia civil. ¿No le parece contradictorio? ¿Qué considera más importante: el cambio de poder o la estabilidad política?
- En primer lugar, no hay actos de desobediencia civil en el país. Hay lugares donde la gente simplemente no tiene otra opción que salir a la calle para intentar resolver las enormes dificultades de su vida día a día: de acceso a la enseñanza, asistencia sanitaria, transportes... Todo se ha venido abajo, ha dejado de funcionar. Mientras las reformas no llegan, aunque el complicado legado del régimen anterior nos urge a iniciar el proceso reformista. Todo esto es una muestra de la incompetencia del Gobierno actual. ¿Cuál es el resultado? La gente está indignada, desesperada. Es por eso que los ciudadanos se manifiestan no porque el FSN les hubiera convocado. En cualquier caso el Gobierno debería luchar contra las causas del descontento, en lugar de contra sus consecuencias. Al no hacerlo, no cumple con su función primordial.

- Es decir, el gobierno actual no es capaz de elaborar una política eficaz. ¿Y usted, aceptaría encabezar el Gabinete?
- Dejemos de lado las hipótesis. Lo que exigimos es la formación de un gobierno de unidad nacional integrado por  representantes de todas las fuerzas políticas del país. Este ejecutivo deberá encargarse de gobernar un Egipto que atraviesa una crisis peligrosa sin precedentes. Está claro que el régimen existente es incapaz de afrontar este reto. La propuesta de la oposición consiste en que el gobierno de unidad nacional se haga cargo de la gravísima situación económica, social y política pero desde la perspectiva nacional, no de un sólo grupo religioso.

- La crisis del poder en Egipto y en Túnez, ambos países con gobiernos de corte islamista, no cesa. La gente sigue saliendo a la calle igual que hace dos años. ¿A qué se debe? ¿Es el fracaso de unos políticos concretos o, en general, de los que, después de la 'primavera árabe' se conoce como el "islam político"?
- En Egipto, en Túnez, en parte en Libia, gobiernan los partidos religiosos y la cuestión está en su capacidad para gobernar un Estado. Los ciudadanos de a pie quieren que las autoridades les garanticen una vida digna. Si estos gobiernos fueran capaces de hacerlo no habría protestas masivas. Sin embargo, los islamistas fracasaron, no consiguieron satisfacer las exigencias populares. Es una cuestión muy seria que debe tomarse en cuenta a la hora de formar un ejecutivo en los países  donde ocurrieron las revoluciones árabes. La solución más razonable sería, repito, la formación de gobiernos de unidad nacional.

- Pero los nuevos gobiernos fueron elegidos por los mismos ciudadanos de estos países…
- El triunfo electoral de los islamistas fue consumado en las urnas. Sus fracasos son consecuencia de la inexperiencia, de la incompetencia en cuestiones prácticas. Aceptamos la legitimidad del doctor Mohamed Morsi como presidente electo. Pero esta legitimidad no es completa sin avances concretos. Los egipcios queremos ver que algo está cambiando, pero no es así.

- ¿Cree que los líderes actuales de Egipto aceptarán entablar diálogo con la oposición?
- Por ahora nada hace pensar así. Por eso nuestra postura permanece invariable y nuestra furia crece cada vez más. El Gobierno no acató las exigencias de la oposición en cuanto a la formación del nuevo ejecutivo o respecto a las legislativas, tampoco las críticas del sistema de elección de cargos políticos, que deben ser accesibles para todos los egipcios no sólo para los militantes de un partido determinado. Si se decide continuar con las elecciones programadas será un desastre para Egipto. Su aplazamiento contribuirá a mantener la estabilidad.

- ¿Si, no obstante, el Gobierno egipcio acepta pactar con la oposición ¿cuál sería su pronóstico para las legislativas?
- En este caso tendríamos muchas posibilidades. La opinión pública ha cambiado. La gente necesita estabilidad y equilibrio y no está de acuerdo con que el poder esté en manos de un sólo grupo. La oposición tiene ahora unas perspectivas reales de obtener una representación suficiente e influyente en el futuro parlamento.

- ¿Cuántos escaños podría obtener el FLN?
- Podemos esperar que sean los suficientes para ejercer influencia en la cámara baja. Aun si la oposición no llega a ocupar la mitad de los escaños, confiamos en que el saldo electoral sea, como en el referéndum constitucional de diciembre, de al menos un 40% de votos para  la oposición. Es muy probable, con la condición de que las elecciones sean honestas y transcurran bajo la supervisión de las autoridades judiciales y las organizaciones internacionales.

- ¿Los grupos opositores discrepan entre sí? Hace unos días trascendió que los grupos juveniles, que habían sido de hecho el motor de la revolución egipcia, anunciaron creación de su propio movimiento.
- No. Todas las fuerzas opositoras se unirán para participar en las elecciones.

- Si los Hermanos Musulmanes no logran superar la crisis y mantenerse en el poder ¿qué posibilidades tienen los islamistas radicales, como el partido salafita An Nur? ¿Podrían llegar al poder?
- No. Egipto necesita que lo saque de la crisis un gobierno laico que cuente con la experiencia necesaria y un buen conocimiento del país, de la región y del mundo y parta de los intereses nacionales. Estamos en el siglo XXI, hay ciertas circunstancias de la modernidad que deben ser tomadas en cuenta.  Un gobierno laico es capaz de cumplir con esta misión. Insisto en que estamos hablando siempre de una unión, en la que los partidos religiosos también tendrán cabida, pero el bloque laico es imprescindible. La experiencia está por encima de todo.

- ¿Cuál es el papel del Ejército en esta situación? ¿Qué puede hacer para mejorar el estado de las cosas?
- Las Fuerzas Armadas gozan de mucho respeto e influencia en Egipto, que conserva la confianza ciudadana. No obstante, los militares no tomarán parte en la lucha política, permanecerán fieles a su deber principal: defender el país y velar por su integridad.

- ¿Cree, entonces, que los militares no volverán al poder?
- Egipto ha desarrollado un proceso  de transición democrática. A pesar de todos los problemas actuales debemos mantener este rumbo, ya que la democracia significa la supremacía de la ley y del poder ciudadano.

- Existe el punto de vista de que algunos Estados extranjeros intentan influir en la situación en Egipto. ¿Cuáles de ellos ejercen una influencia positiva?
- Los fenómenos tanto positivos como negativos se originan, en primer lugar, dentro del país. No tememos ninguna influencia negativa desde fuera. Lo que sí esperamos de los estados extranjeros es que aumenten su participación económica: en las inversiones, en el turismo y en proyectos conjuntos. Proponemos organizar una conferencia internacional para apoyar la economía egipcia. En cuanto a las cuestiones políticas, sólo nos conciernen a nosotros.

- El exsecretario de Estado de EEUU declaró recientemente que Washington se había equivocado al negarse a apoyar a Hosni Mubarak. ¿Qué opina al respecto?
- Aunque Estados Unidos había retirado su apoyo a Hosni Mubarak, no fue ésta la causa de la caída de su régimen. El exlíder egipcio perdió el apoyo de su pueblo, cuyo descontento crecía junto con la miseria en la que estaba sumido. Fueron los propios egipcios los que exigían el cambio. El apoyo de Estados Unidos no tuvo nada que ver con las protestas de las masas populares en Egipto contra la política de Mubarak.

- ¿Cree que los levantamientos populares conocidos como "primaveras árabes" han finalizado?
- Por supuesto. Pero ya es hora de dejar atrás esta expresión. Son unos procesos históricos que se deben a que vivimos en el siglo XXI. Esto hace que los cambios en Oriente Próximo y en todo el mundo árabe sean absolutamente inevitables. No sólo los cambios políticos y económicos, sino en la mentalidad de los árabes. Estos procesos están destinados a conectar a las generaciones jóvenes de egipcios con el mundo, que avanza incontenible. Los jóvenes de hoy deberán pasar el relevo a las generaciones futuras, es por eso que prestamos una atención especial a la juventud.

- ¿Qué otros países árabes se verán afectados por estos procesos? ¿Podrían ser las monarquías árabes?
- Los procesos de cambios son diferentes en las repúblicas y las monarquías. En Túnez, Egipto y Siria el sistema de sucesión casi dinástica provocaba  la indignación de los ciudadanos. En las monarquías esto es algo natural, por lo tanto los cambios se realizarán de manera diferente, al igual que habrá diferencia entre países pobres y ricos. Pero creo que todos coinciden en que estos cambios son necesarios. La cumbre de la Liga Árabe de 2004 aprobó un documento muy importante, la Declaración de Modernización en el Mundo Árabe, que no hacía diferencia entre las repúblicas y las monarquías.

- ¿Cómo valora el papel de Rusia en la primavera árabe, especialmente la postura ante Siria?
— La postura de Rusia suscitó preguntas en muchas regiones del mundo árabe. Sobre todo después de lo sucedido en Siria, donde murieron más de 70.000 personas y millones de ellas se convirtieron en refugiados. ¿Cómo se pudo llegar a esto? En tales circunstancias es imposible imaginar que Siria volviera a la normalidad fácilmente, como si nada hubiera ocurrido. Es impensable que el régimen actual siga en el poder. Urgen cambios en el país. Insto a Rusia que lo tome en cuenta.

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