Los estadounidenses echan de menos a George Bush

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Los estadounidenses acaban de darse cuenta de que Bush vuelve. No vuelve a la política, pero sí a la lista de los presidentes “buenos” de EEUU, porque ha recuperado gran parte de la popularidad perdida.

Los estadounidenses acaban de darse cuenta de que Bush vuelve. No vuelve a la política, pero sí a la lista de los presidentes “buenos” de EEUU, porque ha recuperado gran parte de la popularidad perdida.

Una encuesta realizada para el Washington Post y la cadena de televisión ABC y publicada el pasado 24 de abril, revela que el índice de popularidad del presidente Bush es del 47%. Se da la circunstancia de que, según las encuestas de estos mismos medios, la popularidad de Barack Obama, su sucesor, es del 49%.

Lo malo se olvida

Pocas horas antes de que el George W. Bush realizara su discurso de despedida a la nación en enero de 2009, se publicó la última encuesta de popularidad del presidente, según la cual el porcentaje de ciudadanos que aprobaba su presidencia se situaba en una de las cifras más bajas de la historia reciente. Mientras sólo un 33% de los estadounidenses valoraba de forma positiva el conjunto de estos ocho años de presidencia de George Bush, un 66% lo hacía de forma negativa.

Tan sólo hubo un presidente en las últimas seis décadas que hubiera dejado la presidencia del país con una popularidad inferior al 30%: Richard Nixon. En concreto, fue del 24%. No obstante, cabe recordar que Nixon se vio forzado a dimitir después de que estallara el escándalo del 'Watergate'. Además, su popularidad se vio mermada tras la orden de retirar progresivamente las tropas estadounidenses del territorio de Vietnam, lo cual significaba la derrota de EEUU, una derrota similar a la de Bush en Irak.

Con todo, como recuerdan los sociólogos, autores del informe, Bush cumple con una tendencia a mejorar a los ojos de sus ciudadanos a medida que se aleja su presidencia. Ocurrió con todos sus antecesores. Más importante sería conocer, en lugar de las cosas que se olvidan, los patrones que regirán el comportamiento de los electores estadounidenses en 2016, cuando haya terminado el segundo mandato de Barak Obama.

¿Acaso los sondeos insinúan que todo lo que indignaba a la comunidad internacional durante la presidencia de George Bush puede volver? ¿También las intervenciones militares bajo un pretexto inventado?

La culpa la tiene Obama

Cada fuerza política tiene a sus 'voceros' entre los periodistas. En The Washington Post, un periódico demócrata, la columnista Jennifer Rubin representa a la oposición. Y no tiene miramientos en criticar a Obama.

La periodista conservadora recuerda que George Bush se retiró por completo del escenario político, entre otras cosas para no complicar la vida a su partido, ya que se creía que el mayor problema de los republicanos era el nefasto legado del 43º presidente de EEUU.

Por esta misma razón los republicanos evitaban siquiera nombrarle intentado renovar y limpiar la imagen del partido. Por lo tanto la reciente subida de popularidad de Bush no es producto de la propaganda.

Rubin concluye que Obama es un jefe de Estado tan malo y su gestión en todos los ámbitos es tan desastrosa que el país ya siente nostalgia de su predecesor. La periodista va aún más lejos y se atreve a justificar la política de George W. Bush, cosa que hasta ahora no se ha atrevido a hacer ningún político republicano. Señala, en particular, que con Bush, después de 2001, no hubo atentados terroristas y que si no se consiguió remediar la crisis fue porque lo impidieron los congresistas…

Las cifras 'encantadas'

En realidad, hay que reconocer que cerca de la mitad de los estadounidenses se identifican con el estilo político de George Bush que podría ser definido como 'un auténtico americano'. Y es esta mitad, recuperada tras el cataclismo económico de 2008, la que vuelve a defender a su presidente que simplemente tuvo muy mala suerte. Mientras tanto los demócratas se mantienen en sus trece.

Veamos algunos resultados de las elecciones presidenciales en EEUU. En 2008 Barak Obama obtuvo la mayoría de los votos electorales (en concreto 365 frente a los 173 de John McCain). Pero si la elección del mandatario estadounidense fuera directa, los votos de los electores se habrían contabilizado de la siguiente manera: 52,87% para Obama y 45,62% para McCain. Y eso que a este último candidato no se le tomaba muy en serio…

Estas cifras recuerdan a las de la reciente encuesta: el 49% que aprueba la gestión del actual jefe de Estado, el 47% echa de menos a Bush.

En las últimas presidenciales de noviembre del año pasado otra vez salen casi los mismos números: Obama reúne el 51% de los votos, Mitt Romney el 47,2%.

También podemos recordar la reñida elección de 2000 ganada por Bush con 271 votos electorales contra los 266 de Gore.  Durante las elecciones se desató la controversia en torno a quién había ganado los 25 votos electorales de Florida (y, por tanto, las elecciones). Aquel año se dio el insólito caso de que el candidato perdedor había recibido 543.816 votos populares más que el ganador. En el sistema estadounidense de elecciones presidenciales, el voto electoral determina el ganador, y Bush ganó esta cuenta, aunque Gore recibió el mayor número de votos (la llamada "votación popular"). ¿Cuál fue el saldo final? Increíble pero cierto: el 47,9% para Bush y el 48,4% para su rival demócrata.

Parece que en Estados Unidos las campañas electorales no deciden nada. Si un ciudadano comparte el ideario republicano votará a los republicanos, a pesar del legado de Bush: así es la nación estadounidense, dividida entre dos polos ideológicos cada uno de los cuales atrae más o menos el mismo número de electores.

Lo más extraño es que este sistema funciona aunque cada vez parece que va a fallar. Mientras tanto Europa, para superar la crisis, recurre a veces a unas maniobras antidemocráticas. Eso sí, muchos países europeos cuentan con un mecanismo de seguridad que es la monarquía. En algunos países se ha conservado a lo largo de la historia, en España fue incluso reinstaurada en 1975. ¿No le vendría mal a EEUU hacerse con un rey? De la dinastía de los Bush, por ejemplo…

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

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