Las elecciones presidenciales dan paso a un Irán más moderado

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La victoria del exmiembro del Consejo Supremo de Seguridad Nacional de Irán, Hasan Rohani, en la primera vuelta es una clara señal de que en Irán tanto la gente de la calle como el clero gobernante se dan cuenta de que ya es hora de cambiar.

La victoria del exmiembro del Consejo Supremo de Seguridad Nacional de Irán, Hasan Rohani, en la primera vuelta es una clara señal de que en Irán tanto la gente de la calle como el clero gobernante se dan cuenta de que ya es hora de cambiar.

Los resultados de las elecciones plantean muchas preguntas: ¿Por qué los iraníes votaron así? ¿Corresponden los resultados de las elecciones con las aspiraciones del ayatolá Seyyed Alí Hoseiní Jameneí, el verdadero líder del Estado? ¿Cómo cambiará la política externa de la República Islámica de Irán? ¿Cómo tiene que reaccionar el mundo?

¿Es la victoria de Rohani lo que buscaban los  ayatolás?

Aunque Rohani hubiera perdido tanto la primera como la segunda vuelta de las elecciones ante un candidato tradicionalista, lo sucedido el viernes pasado habría resultado muy significativo, una muestra de las aspiraciones de los electores, una prueba para la población de Irán, para el mundo externo y para los ayatolás, los líderes del país.

¿Está Jameneí contento con los resultados de las elecciones? Depende de los objetivos puestos por él y por su equipo. Se sabe que la democracia de Irán es una semi-democracia. Todos los candidatos fueron aprobados por los ayatolás, los demás -incluidos los protagonistas de las elecciones del 2009, que habían sido acompañadas por manifestaciones y disturbios en las calles- fueron descalificados. Pero en todo caso esta vez el peculiar sistema político iraní se mostró muy flexible. Y es muy probable que la victoria de Rohani sea en realidad lo que buscaron los ayatolás. De otra manera, ¿para qué opusieron a él a varios candidatos, que repartieron entre sí los votos del electorado tradicionalista?

El propio Jameneí declaró que nadie, incluida su familia, sabía por quién había votado. Pero sí se sabe de manera cierta que el anterior protegido del Jameneí, Mahmud Ahmadineyad, perdió el apoyo del líder de la nación hace un año.

Un anti-Ahmadineyad

Así que los electores tenían que elegir a un anti-Ahmadineyad entre el "administrador" exalcalde de Teherán Mohammad Baqer Qalibaf, el casi gemelo de Ahmadineyad radical y agresivo Saíd Yalilí (responsable por las negociaciones sobre el programa nuclear de Irán) y el encantador teólogo Rohani. Valdría cualquiera de los tres. Cada uno tendría que arreglar la complicada situación dejada por el presidente saliente.

EEUU cree que la inflación de Irán y la tasa de desempleo del 50% entre los jóvenes iraníes están condicionadas por las sanciones de EEUU y Europa impuestas contra Irán por su programa nuclear. Pero los especialistas en Irán indican que la razón es distinta: Ahmadineyad cometió muchísimos errores que no tenían nada que ver con las sanciones. Así que el nuevo presidente tendrá que corregir tanto la política interna como externa.

EEUU tendrá que tomar decisiones

Es cierto que los futuros cambios políticos en Irán le complicarán a Rusia el entendimiento del nuevo rumbo político del país. Pero tampoco se puede decir que el resultado de las elecciones sea ventajoso para Occidente, o más bien para EEUU.

Para los estadounidenses sería mucho más cómodo tener a un nuevo Ahmadineyad. De esta manera no tendrían que cambiar nada en su política contra Irán. Sin embargo, ahora el presidente Barack Obama tendrá que tomar decisiones cuya necesidad es patente desde hace mucho ya. Habrá que hablar con Irán y buscar un consenso.

Tomando en consideración el inestable equilibrio de fuerzas en EEUU, esto no es nada agradable para Obama. Será como lo ocurrido en Siria: Obama no quiso intensificar el apoyo a la oposición, pero le obligaron hacerlo. Y aunque no es nada ventajoso ni para EEUU, ni para Obama, esto le dio la oportunidad de aliviar algo la presión que sufre por parte de los republicanos.

¿Será Rohani otro Ahmadineyad? 

La aproximación republicana hacia Irán no ha cambiado. Lo demuestra, entre otras cosas, el periódico Washington Post, que sostiene que Irán no es una democracia, así que las elecciones de Irán no son válidas, por lo que hay que presionar más y no negociar nada. Sin embargo, Irán es el Estado democrático más grande de la región después de Paquistán. Y ninguno de los aliados de EEUU en la zona ha tenido comicios semejantes.

Sin embargo, vemos algunos ejemplos en los que los estadounidenses optan por abandonar la idea de que “con este régimen no cabe negociar” y se sientan a la mesa de negociaciones con los iraníes. Y cuando los estadounidenses lo hacen con buena voluntad obtienen resultados deseados, como en el caso de la elaboración de un documento final redactado a raíz de las recientes negociaciones multilaterales con Irán sobre el tema nuclear.

Probablemente si se llega a un acuerdo con Teherán, esta situación tan desagradable tanto para EEUU como para Rusia se corregirá. En el caso contrario, el encantador Rohani se convertirá en una nueva edición del malo Ahmadineyad, pero al menos logrará corregir la situación interna en el país.

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

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