El G-8 asume que con paraísos fiscales no hay futuro

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Dos temas dominaron la cumbre del G-8 desarrollada en Irlanda del Norte en los días 17 y 18 de junio: el conflicto de Siria y los paraísos fiscales. Este último asunto es más global y complicado.

Dos temas dominaron la cumbre del G-8 desarrollada en Irlanda del Norte en los días 17 y 18 de junio: el conflicto de Siria y los paraísos fiscales. Este último asunto es más global y complicado. Además, el encuentro en la localidad irlandesa de Lough Erne terminó con ciertos avances en cuanto al problema económico, pero no se pudo llegar a un acuerdo con respecto a la solución del conflicto sirio.

Plan de transparencia

Los líderes del Grupo de los Ocho lograron un consenso sobre un "plan de transparencia" para controlar a las compañías emplazadas en los paraísos fiscales y para permitir el intercambio de información tributaria entre los países miembros del grupo.

"Hemos avanzado más en la lucha contra la evasión fiscal en las últimas 24 horas que en los últimos 24 años", declaró el ministro británico del Tesoro, George Osborne, invitado a hablar en la reunión del G-8 sobre la reforma fiscal corporativa.

A alguien este tema meramente económico le parecerá aburrido, sin embargo se trata de toda una revolución que cambiará la vida a millones de personas. Sólo un ejemplo: el plan impulsado por el Reino Unido y aprobado por todos los participantes de la cumbre establece, en particular, la identificación de los propietarios de las compañías radicadas en territorios de ultramar y de sus "beneficiarios efectivos" (una práctica que permite utilizar a un tercero, residente en un Estado con leyes fiscales favorables, para eludir impuestos sobre ingresos generados en otros países).

Esta propuesta, discutida durante meses, afecta uno de los pilares de la economía mundial. Y todo porque el sistema actual de residencia fiscal se consolidó en los años 20 del siglo pasado. Entonces los llamados “paraísos fiscales” eran pocos y representaban, para muchas empresas, la única vía de salvación ante la injusta política fiscal de algunos gobiernos. Pero hoy en día, cuando todas las grandes compañías son multinacionales, existe un riesgo real de que los países pierdan la mayor parte de sus ingresos por impuestos.

La transparencia de las compañías multinacionales era una de las prioridades del primer ministro británico, David Cameron, para la cumbre del G-8 en Lough Erne.

Razones para luchar contra la evasión

Para entender la importancia del tema de evasión de impuestos hace falta analizar el contexto general marcado por la crisis financiera en Occidente. No es casual que se hable de una renovación del sistema fiscal ya que puede que sea el último recurso para recuperar el crecimiento económico, especialmente para Europa.

Tampoco es casual que en Lough Erne Estados Unidos y la Unión Europea hayan iniciado negociaciones que buscan alcanzar un pacto -que sería conocido como Sociedad Transatlántica de Comercio e Inversión- de libre comercio más ambicioso del mundo, prometiendo miles de nuevos empleos y un acelerado crecimiento económico a ambos lados del Atlántico. La primera ronda de negociaciones se llevará a cabo en julio en Washington.

Muchos reconocen que todo esto es una cuestión de supervivencia económica de Occidente, que está perdiendo terreno ante el modelo asiático, con sus impuestos más bajos y paraísos fiscales que no molestan. Cabe señalar que en esta materia, a diferencia del problema sirio, la postura de Rusia en general coincide con la de los demás miembros del G8. Hay ciertas divergencias en cuanto a los detalles pero las hay también entre Francia y Gran Bretaña, entre Estados Unidos y Europa, e incluso entre los estados de EEUU.

Los miembros del G-8 no llegaron a un acuerdo formal. Los principios de  acuerdo serán desarrollados en la cumbre del G-20 de este año (en septiembre en San Petersburgo). Además, incluso si la iniciativa de Cameron hubiera sido aprobada, se tardaría al menos un decenio en reformar el sistema financiero global.

Pero el hecho de que los líderes de los ocho países más ricos e industrializados del mundo se propongan combatir los paraísos fiscales ya es un punto de inflexión.

Un tímido acercamiento

Se esperaba que Siria centraría la discusión y que la postura de Rusia sería muy diferente de las de los demás participantes. Y así fue. Lo más sorprendente, sin embargo, es que en algunos puntos los miembros del G8 llegaron a un acuerdo. Por ejemplo, acordaron presionar para reunir en Ginebra a las partes en conflicto en Siria "lo antes posible" en busca de "una solución política".También acordaron no mencionar en la declaración final al presidente sirio Bashar Asad y condenar el uso de armas químicas sin responsabilizar de ello a nadie en concreto.

El G-8 no tiene formalmente capacidad para poner en práctica las políticas que diseña, pero el debate y la discusión siempre son buenos. La reunión en Irlanda del Norte puso de manifiesto que no existe “un siete contra Rusia” sobre Siria. Todos los países miembros del club mantienen su propia postura. Y, lo más importante, en cada uno de ellos hay una oposición que apoya la postura oficial de Rusia y se pronuncia en contra de armar a los rebeldes sirios. Quizás fuera esto lo que contribuyó a un tímido acercamiento.

Desde cero

En general, la cumbre del Grupo de los Ocho resultó muy reveladora en cuanto al funcionamiento de este tipo de foros internacionales. Hace unos años muchos pronosticaban que el G-8 dejaría de ser un club de líderes mundiales debido al crecimiento de economías emergentes como China, Brasil y otros miembros de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica). Para reunir a las economías industrializadas y en desarrollo más relevantes se estableció el Grupo de los Veinte, que desde 2009 ha desplazado al G-8 como foro de discusión de la economía mundial.

No obstante, el G-8 consiguió mantener su perfil aunque su influencia disminuyó notablemente. En cambio obtuvo más flexibilidad, sobre todo gracias al papel transitorio de Rusia que en las cumbres del Grupo habla en nombre de los BRICS y, a veces, viceversa. Pero en general el G-8 se ha  convertido en una especie de la asociación regional, como la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ANSA) o los BRICS.

¿Cómo funciona este nuevo modelo? La revista británica New Statesman afirma que no funciona. Antes el Grupo de los Ocho, si no gobernaba el mundo, al menos dictaba la agenda internacional. Luego lo intentó hacer el Grupo de los Veinte. Hoy es el Grupo Cero, es decir nadie. Por eso la situación general es inestable y llena de amenazas. Hay países capaces de bloquear las decisiones de otros, pero no hay países capaces de asumir el liderazgo.

Claro está, esta aseveración podría ser considerada una alusión personal por parte de Gran Bretaña contra Rusia que acaba de asumir la presidencia en el G-8, manteniendo a la vez el liderazgo en el G-20. Pero también puede ser tomada como un reto, sobre todo si tenemos en cuenta que cualquier avance desde cero es un gran éxito.

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

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