Morir para renacer, o el ser o no ser del euro

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Tres años después del un hipotético fin de la 'eurozona' el crecimiento podría ser de hasta un 20%

Tres años después del un hipotético fin de la 'eurozona' el crecimiento podría ser de hasta un 20%

Desde fines de la primavera del sur de Europa a partir empezaron a llegar buenas noticias. Las economías de Portugal, España e incluso Grecia dan señales de mejora. Los indicadores económicos se mantienen a niveles que podríamos calificar de razonables. La crisis de la zona del euro, por tanto, va quedando en el pasado.

La crisis empieza a frenar. En el caso de España es evidente que la tasa de paro se ha estabilizado, aunque, con un 25% de la población activa, es demasiado alta. También sigue siendo muy alta la deuda pública de muchos países de la eurozona, en particular en Italia y Francia. El volumen de las inversiones bajó y con él se redujeron también las perspectivas de crecimiento económico y nada hace pensar que en los próximos meses algo pueda estimular el crecimiento en los países de Europa del Sur.

En el mejor caso, la crisis se estancará al nivel actual y en el peor, tras cierto alivio, en la segunda mitad de 2014 los indicadores de la deuda soberana y de las inversiones seguirán empeorando.

Pronósticos como estos obligan a los medios de comunicación a manipular los datos divulgados y centrar la atención sólo en las señales de mejora mientras los indicadores en suma muestran una dinámica positiva. Por causas más bien políticas, parte de los periodistas optó por hacer hincapié en las señales de recuperación con la que todos sueñan. Así, en Francia fueron manipuladas las estadísticas de la tasa de desempleo, problema que casi ha desaparecido del espacio informativo francés.


Las expectativas de la crisis

 

La crisis de la zona euro empezó mucho antes de 2010. Al introducir la moneda única europea, había que elaborar también una política monetaria común para los países de la eurozona (1). Al día de hoy, las tasas de inflación en la eurozona difieren debido a la coyuntura económica y a los factores estructurales en la evolución de la inflación. Por eso fue necesario introducir medidas de austeridad en las economías que resultaban incapaces de mantener la neutralidad del dinero (2).

Las tasas de inflación en los países de una unión monetaria no deberían diferir mucho para poder evitar la competitividad interna. No obstante, la tasa de inflación en varios países de la eurozona es inferior a su nivel estructural. Por consiguiente, la tasa de crecimiento es inferior al nivel de su crecimiento óptimo, y países como Italia o Portugal crecen muy lentamente. De hecho, esos países han quedado atrás en competitividad y en tasas de crecimiento (3).

Tasas de crecimiento de los países de la eurozona en comparación con los países que no forman parte de la zona (%).

        

 

1986/2012

1986/1999

2000/2007

Canadá

2,48

2,75

2,84

Francia

1,81

2,30

2,06

Alemania

1,86

2,36

1,67

Italia

1,24

2,00

1,56

Japón

1,70

2,44

1,52

Gran Bretaña

2,45

3,07

3,16

EEUU

2,59

3,30

2,59

Suecia

2,31

2,21

3,23

 

 

Fuente: FMI, base de datos Outlook, abril de 2013

El euro es la causa de la larga recesión europea que comenzó en 2000. La mayoría de los países de Europa deben acostumbrarse a las recesiones y las crisis. El hecho de que Alemania no siguiese el camino de muchos países europeos se debe a la supremacía que mantiene en diversos ámbitos y a la política aplicada por Berlín a partir de 2002.

La disolución de la zona del euro podría salvar a Europa

La disolución de la eurozona no implicaría una catástrofe. Al contrario, podría salvar a Europa del sur y a Francia. Esta es la idea del estudio 'Los guiones de la disolución de la eurozona' publicada a principios de este mes de septiembre (4).

Se pueden destacar varias hipótesis y no sólo el efecto positivo que podría tener la devaluación de la moneda única europea para la economía de

Francia y de otros países azotados por la crisis, como Grecia, Portugal o España. Se basan tanto en la suposición de que todos los países darán su visto bueno para resolverla, como en el análisis de la coyuntura política y económica de la eurozona.

Se calcula que al cabo de tres años desde la disolución de la eurozona el crecimiento acumulado sumaría un 8% en el peor de los casos y un 20% en el mejor. Siguiendo el guión más desfavorable, el crecimiento acumulado sería de un 6% en España, de un 11% en Portugal y de un 15% en Grecia.

La primera conclusión es que la disolución de la zona euro conllevaría el crecimiento de todos los países de Europa del Sur y reduciría rápidamente la tasa de desempleo. Se estima que dentro de tres años el desempleo en Francia se reduciría en 1 o 2,5 millones de personas. De ese modo, se restablecería el equilibrio en el sistema de pensiones y seguridad social.

En caso de que la zona euro se disuelva, Europa del Sur volvería a demostrar su vitalidad económica. También Alemania podría beneficiarse, pues tras recuperar su competitividad los países de Europa del Sur continuarían desarrollando la cooperación comercial con su gran vecino del Norte (5).

La resurrección del euro

Si el euro dejase de existir, las deudas de varios Estados se convertirían a las divisas nacionales. Se establecería también un control sobre los capitales en cada país, cosa que ya pasa en Chipre. Este control restringiría considerablemente la especulación y permitiría a los Bancos Centrales regirse por el principio de paridad en su trabajo. Posteriormente podría entrar en vigor un sistema de fluctuaciones entre las monedas como en los tiempos de la Unidad Monetaria Europea: una especie de prototipo de la moneda única, una cesta compuesta por las monedas de los Estados miembros de la Comunidad Europea. En realidad, fue la especulación monetaria la que puso fin a aquel sistema.

En caso de que la especulación quedase suprimida o, al menos, reducida considerablemente, aquel sistema podría volver a funcionar.

De hecho, una moneda común debería adoptarse desde el inicio. Muchos políticos muestran interés por esta idea

Se puede imaginar que en el sistema monetario europeo, reconstruido tras la disolución de la eurozona, aparecería una moneda común que se agregaría a las divisas existentes y se utilizaría en las transacciones entre varios países, como pago de productos y servicios, actividad inversora, etc. Las paridades de las monedas que participarían en ese sistema junto con la moneda común se revisarían regularmente. Esto daría a Europa flexibilidad interna y estabilidad. Una cesta de divisas es sin duda más estable que una moneda sola. Esta moneda común podría convertirse con el paso del tiempo en una potente herramienta de reserva, conforme a los deseos expresados por los países del grupo BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica).

De este modo, la disolución de la eurozona no pondría fin a la Europa común, que renacería para volver triunfante a la economía global.
(1) Biböw J., “The Euro and Its Guardian of Stability” in Rochone L-P y S. Yinka Olawoye (edits), Monetary Policy and Central Banking: New Directions in Post-Keynesian Theory, Edward Elgar, Cheltenham et Northampton, 2012, pp. 190-226.

(2) B.C. Greenwald et J.E. Stieglitz, "Toward a Theory of Rigidities" in American Economic Review, vol. 79, n°2, 1989, Papers and Proceedings, pp. 364-369. L. Ball y D. Romer, "Real Rigidities and the Nonneutrality of Money" in Review of Economic Studies, 1990, vol. 57, n°1, pp. 183-203.

(3) Voir Biböw J. et A. Terzi (edits.), “Euroland and the World Economy – Global Player or Global Drag?”, Palgrave MacMillan, Londres, 2007.

(4) Sapir J., et P. Murer (avec la contribution de C. Durand), “Les scenarios de la dissolution de l’Euro”, Étude de la Fondation Res Publica, septembre 2013, Paris, 88p.

(5) Artus P. (red), “C’est la compétitivité-coût qui devient la variable essentielle” in Flash-Economie, Natixis, note n° 596, 30 août 2013, Paris.

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

*Jacques Sapir es un economista francés que se ha especializado en los problemas de Rusia y asuntos financieros y económicos internacionales. Es autor de numerosos libros, incluida ‘La Démondialisation’ (Paris, Le Seuil, 2001).
 

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