La tregua de 72 horas pactada entre Israel y Hamás concluye mañana, pero podría prorrogarse tres días más, según fuentes palestinas, que han señalado que las posiciones de los dos bandos están aún “muy alejadas”.
Los palestinos acusan a Israel de intentar formalizar el bloqueo de Gaza limitándose a aliviar un poco las restricciones que impone sobre la franja y sus habitantes, en lugar de levantar el bloqueo.
Israel considera que extender el área de pesca -ahora es de tres millas, aunque en 2012 Israel pactó con Hamás que sería de seis-, permitir el acceso de materiales de construcción bajo una supervisión estricta y que se paguen los salarios de los funcionarios de Hamás son grandes concesiones.
Transferir los salarios a las autoridades de Hamás es para el ministro de Economía, el ultraderechista Naftali Bennett, “un eufemismo peligroso. Es una protección diplomática: Pagadnos, os dispararemos más tarde. No nos paguéis, os dispararemos ahora”, ha dicho Bennett.
El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, quiere intentar convencer a su gabinete para que acepte la propuesta que ha planteado en las negociaciones que se llevan a cabo con la mediación de Egipto para poner fin a la guerra.
Netanyahu ha cancelado esta tarde la reunión que tenía previsto mantener con su ejecutivo y ha mantenido encuentros por separado con Bennett, con el ministro de Exteriores, Avigdor Lieberman, y la titular de Justicia, Tzipi Livni.
Hamás ha afirmado que la tregua vigente es “la segunda y la última”, según palabras de Musa Abu Marzuk, dirigente de Hamás, que ha subrayado las grandes dificultades del diálogo con Israel, pero ha destacado su “seriedad”.
Por su parte, el ministro de Defensa israelí, Moshe Yaalon, ha indicado que la ofensiva en Gaza “aún no se ha acabado”. La operación ha matado en la franja a al menos 1.940 personas, la mayoría civiles. El Ejército israelí ha perdido en combates y ataques a 64 soldados y los cohetes lanzados por grupos palestinos han causado tres muertos civiles.
