El Tribunal Supremo de los Estados Unidos ha rechazado las apelaciones de 5 Estados que pretendían mantener la prohibición del matrimonio entre personas del mismo sexo en sus territorios. Después de esta decisión, nada impedirá casarse a las parejas homosexuales en Utah, Oklahoma, Wisconsin, Indiana y Virginia. El Supremo, que no ha querido valorar el contenido de las alegaciones, allana así el camino para que otros Estados se sumen a una unión que ya es legal en dieciséis países (entre otros, Brasil, España, Canadá, Francia, Holanda, Argentina, Reino Unido, Uruguay y Sudáfrica). A día de hoy, son 24 los Estados en EE.UU. que la permiten (California, Nueva York, Washington, Nueva Jersey, etc.), y se espera que a final de año la cifra alcance los 30.
Aunque los jueces del alto tribunal de Estados Unidos todavía no han decidido respecto a si el matrimonio homosexual debe ser legal a nivel federal, las sentencias de los últimos tiempos apuntalan ese horizonte. Hace un año, por ejemplo, el Supremo dictaminó que atentaba contra la Constitución el denegar beneficios federales a las parejas del mismo sexo que hubieran contraído matrimonio en aquellos Estados donde su unión sea legal. Con su resolución del lunes lo que ahora se tambalean son las leyes ad-hoc, algunas diseñadas de urgencia, con las que algunos estados pretendían vetar el matrimonio gay en su territorio. También pierde otro sustento la llamada ley DOMA (Defence of Marriage Act), aprobada por el Congreso de EE.UU. en 1996 con el objetivo de definir el matrimonio como la unión de un hombre y una mujer. La sección tercera de la ley ya ha sido declarada anticonstitucional.
Más allá de la decisiva batalla legal una encuesta del Washington Post y la cadena ABC publicada en marzo de este año señala que una mayoría creciente de los estadounidenses, casi el 60%, está a favor del matrimonio homosexual, cuando hace apenas diez años y en una encuesta similar apenas sumaba el 39%. Más importante todavía es constatar que los porcentajes a favor del sí se disparan cuando los encuestados tienen menos de 30 años (concretamente, el 75%). La tendencia no ha pasado desapercibido a algunos políticos conservadores, como Ron Paul, que estarían sopesando distanciarse de los más aguerridos enemigos del matrimonio gay a fin de no perder al votante futuro. (
