Un grupo de agentes de policía ha demandado a sus superiores en el departamento de Cleveland al considerar que en el departamento imperan prejuicios racistas.
Los policías, todos ellos caucásicos, creen que son castigados con mayor severidad que sus colegas afroamericanos cuando se han visto implicados en tiroteos con ciudadanos de color.
El desencadenante de su demanda es un altercado de 2012, cuando persiguieron a dos jóvenes negros y dispararon más de 100 veces contra su vehículo al considerar, erróneamente, que los muchachos portaban un arma.
Los chicos, que fallecieron a consecuencia de los disparos, estaban desarmados. Para los policías comenzó un periodo en los que fueron apartados del servicio y, dicen, juzgados con una severidad excesiva.
La tremenda ironía de que unos policías blancos, implicados en la muerte de dos ciudadanos de color, demanden a su ciudad por racismo, se añade a un debate racial en ebullición en el país.
La pasada semana los disturbios y la violencia callejera asolaron las calles de Ferguson tras la decisión de un Gran Jurado de exonerar de cualquier culpa al oficial Darren Wilson, que el pasado 9 de agosto mató a balazos al joven negro Michael Brown. Mientras tanto, en Cleveland, dos agentes de policía mataban a un niño de doce años que portaba una pistola de plástico.
Durante varios días los portavoces de la policía de Cleveland han asegurado que sus oficiales confundieron al niño con un mayor de edad y que su arma parecía real.
Hasta tres veces, dicen, le pidieron que arrojarse la pistola y levantase los brazos. Pero un vídeo grabado por las cámaras de seguridad del parque donde tuvo lugar el tiroteo demostraría que apenas transcurrieron dos segundos entre la llegada de los agentes y el momento en el que abrieron fuego.
Difícilmente pudieron dirigirse al niño, mucho menos pedirle que depusiera su pistola en tres ocasiones, en un lapso de tiempo tan breve.
Con el país traumatizado, y mientras la Casa Blanca urge a la ciudadanía a abrir un debate nacional, la última convulsión ha llegado de manos de varios de los jugadores del equipo de fútbol americano de St. Luis, que se han fotografiado con los brazos levantados, imitando el gesto de protesta contra la brutalidad policial repetido en todas las manifestaciones.
Kenny Britt, Stedman Bailey, Chris Givens, Tavon Austin y Jared Cook han explicado que con su gesto buscan solidarizarse con "la gente de Ferguson", para que sepan que "estamos con ellos".
El sindicato policial de St. Luis, por su parte, ha solicitado que los deportistas sean expedientados por la NFL, la liga de fútbol profesional, por dar validez a un relato falso e "ignorar toneladas de pruebas", pero esta se ha negado.
