Aprobada por el Senado a finales de noviembre tras nueve años de negociación, la ley tiene por objeto reducir el número de muertos provocados por la policía que, según los datos del Foro Brasileño de Seguridad Pública (FBSP), ascendió a 2.212 víctimas en 2013, es decir, un promedio de 6 personas por día.
Solamente entre 2009 y 2013, la policía militar brasileña mató a 11.197 personas, el equivalente a el número de personas que la policía de los Estados Unidos asesinó en las últimas tres décadas, unos 11.090 casos.
De esta manera, la ley prohíbe el uso de armas de fuego en casos de detención a sospechosos no armados o en caso de fuga de un vehículo durante un control policial y en general en cualquier acción que no suponga un peligro para la vida de los agentes.
En Brasil, las balas perdidas provocaron 22 muertos y 53 heridos en 2013, según el último informe de la ONU siendo únicamente superado por Venezuela y Colombia.
"Los números son preocupantes, en Brasil llama la atención el elevado número de casos en los que estos disparos se producen durante una operación policial", declaró en el informe Bruno Langeani, participante en el estudio y coordinador del Instituto Sou da Paz.
Cabe recordar que el principal cuerpo de policía en las calles de Brasil es la Policía Militar cuya desmilitarización ha sido recomendada innumerables veces por organismos internacionales así como el informe final de la Comisión Nacional de la Verdad que condenó la violencia de los militares en el periodo militar de Brasil (1964-1985).
Crítico con la cuestión diputado federal más votado en el estado de Río de Janeiro, región de Brasil que acumula mayor caso de ocurrencias, Jair Bolsonaro, declaró durante una entrevista concedida a Sputnik Nóvosti que "sería un suicidio" desmilitarizar la policía en Río de Janeiro porque "los narcotraficantes van todos armados con rifles de asalto de munición 7.62 equivalentes a los utilizados por la OTAN".
Según el Mapa de la Violencia de 2014 en el año anterior 56.000 personas fueron asesinadas por disparos en Brasil, situándose como uno de los cinco países con más asesinatos per capita del mundo por delante de países en guerra como Irak o Afganistán.
