Hallan en Israel brazalete de 1.600 años con dibujo del candelabro judío de siete brazos

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Arqueólogos israelíes han hallado un fragmento de cristal de un brazalete de 1.600 años de antigüedad que tiene gravada una menorá, el candelabro judío de siete brazos que albergaba el Segundo Templo de Jerusalén.

El hallazgo se ha producido en los últimos días en unas excavaciones arqueológicas que se han llevado a cabo antes de construir unas reservas de agua en la localidad de Yokneam, en el Parque Nacional del Monte Carmelo.

El brazalete se ha descubierto en las excavaciones —realizadas por iniciativa de la empresa de aguas Mekorot- justamente mientras se celebra la festividad judía de la Hanuka, que recuerda que la menorá estuvo encendida en el Templo durante ocho días con una vasija de aceite.

Durante la excavación, aparecieron restos de un área industrial y un pozo de residuos que formaban parte de un gran asentamiento que existió en la época romana tardía y bizantina temprana, a finales del siglo IV y principios del V, según ha informado en un comunicado la Autoridad de Antigüedades de Israel (AAI).

Los codirectores de la excavación, Limor Talmi y Dan Kirzne, señalaron en el comunicado que el pasado jueves hallaron el fragmento del brazalete al final de la excavación.

"Al examinar el contenido de una de las cajas, donde había cientos de trozos de vidrio desechados en el pozo, encontramos para nuestra sorpresa el pequeño fragmento de una pulsera", explicaron.

"Después de limpiarlo vimos que era vidrio color turquesa y estaba decorado con símbolos de la menorá de siete brazos, la misma que según la tradición se mantuvo encendida en el Templo durante ocho días con una sola vasija de aceite".

Según Yael Gorin-Rosen, directora del Departamento de Cristal Antiguo de la AAI, "durante ese periodo (finales del s. IV y principios del V) se conocen pulseras y colgantes de cristal decoradas con símbolos de una menorá o león o diferentes imágenes de dioses y animales en Israel, Líbano y Siria".

Los investigadores de la AAI consideran que aunque estos hallazgos pueden ser una prueba de que vivían judíos en este antiguo asentamiento, también es posible que residieran allí samaritanos, paganos o cristianos.

Otra hipótesis sugiere que el brazalete proviene de un taller que funcionaba en la zona en el que se elaboraban joyas destinadas a otros mercados. Esta posibilidad se basa en que se han encontrado otros restos de vidrio en el pozo de desechos, entre ellos los abalorios y pulseras.

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