Así se expresó el polémico titular de Deportes durante su discurso de toma de posesión en Brasília, en el día en el que 15 de los 39 ministros que componen el nuevo equipo de gobierno de la presidenta de la República, Dilma Rousseff, juraron sus respectivos cargos.
"Algunos me criticaron por no tener ninguna relación con el mundo del deporte(…) Sin embargo, la mayor virtud de quien tiene que tomar decisiones es tener la capacidad de escuchar a quien entiende del asunto y no necesariamente conocer el tema o ser un atleta", reprochó Hilton.
Hace un par de semanas, el nombramiento de este representante de la Iglesia Universal de Reino de Dios y miembro del partido aliado del gobierno, Partido Republicano de Brasil, causó un gran recelo entre los miembros del Comité Olímpico Internacional (COI) debido a su total inexperiencia en la materia.
Además, el ahora exministro de Deportes y nuevo ministro de Ciencia y Tecnología, Aldo Rebelo, y su secretario ejecutivo, Luis Fernandes, eran los interlocutores del Gobierno de Rousseff con el COI y aunque en mayo la relación se tensó por los graves retrasos en las obras, desde entonces se habían restablecido canales de comunicación que ahora el nuevo ministro tendrá que comenzar desde cero.
Por su parte, una reciente entrevista al diario Valor Económico, y antes de saber que habría cambios en el ministerio, el alcalde de Río de Janeiro, Eduardo Paes, dijo: "La Olimpiada no empieza en 2016, empieza en 2015. Ya no hay tiempo para que un sujeto se entere de la historia".
Por si fuera poco, el ministro Hilton protagonizó un incidente en 2005 cuando fue detenido por la Policía Federal en el aeropuerto de Pampulha, en Belo Horizonte, con 11 cajas repletas de cheques por valor de 600.000 reales, supuestamente provenientes de donaciones a la Iglesia Universal, por lo que fue expulsado del Partido del Frente Liberal.
Por todo ello, se interpreta el nombramiento de Hilton al frente del Ministerio de Deportes, de cara a los Juegos Olímpicos de Río 2016, como una estrategia de aproximación de la presidenta Dilma Rousseff con los cada vez más influyentes sectores evangélicos que resultaron clave para garantizar la reelección de Rousseff en las presidenciales de octubre de 2014.