Publican estudio sobre el verdadero tamaño de los animales marinos más grandes

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Un grupo de científicos, coordinados por el biólogo marino Craig R. McClain, del Centro Nacional de Síntesis Evolutiva de Durham, y Meghan A. Balk, de la Universidad de Nuevo México, acaba de publicar en la revista científica PeerJ el estudio más ambicioso jamás realizado sobre el auténtico tamaño de los gigantes marinos.

Ballenas azules, cachalotes, calamares gigantes, tiburones ballena, peregrino o blanco, manta raya y pulpos figuran entre los animales analizados.

Las conclusiones desmontan los mitos de leviatanes capaces de tragarse un barco. Muchas de las cifras, recolectadas entre papeles científicos, artículos de prensa y registros pesqueros de los últimos doscientos años, enfatizaban el tamaño de los animales.

Mitos y leyendas que según los científicos reflejan el asombro que sentimos hacia los colosos de la naturaleza.

Un ejemplo: el tiburón blanco, el mayor escualo carnívoro, mide unos 4 metros de media. Aunque existen registros de ejemplares que superan los 6 (e incluso los 7), los testigos y los periodistas tienden a exagerar el tamaño del animal cuando este se ha visto implicado en el ataque a una persona.

A más violencia, más grande la exageración. En realidad un tiburón blanco de 4 o 5 metros es ya un animal increíblemente voluminoso. Algo así como un coche de casi dos toneladas nadando junto a nosotros. Es enorme, pero no tanto como algunos quisieran.

Tampoco los calamares gigantes parecen acercarse a los 20 metros. Entre 7 y 12 metros, a lo sumo, sería su talla real. Un mayor tamaño implicaría unas necesidades metabólicas excesivas.

Claro que el calentamiento global y la sobrepesca de los océanos podrían estar imposibilitando que los individuos más grandes alcancen su potencial.

Algo similar sucede con su primo, el calamar colosal, el más pesado que existe, con ejemplares cercanos a la media tonelada, pero lejos de los 907 kilos del animal encontrado en 1871: de nuevo, otro probable, aunque tampoco descartable, caso de hipérbole.

Una cita del legendario Stephen Jay Gould enmarca el artículo científico: "Nuestra predilección por concentrarnos en los extremos (y malinterpretar dichas tendencias al convertirlas en sustitutas de la totalidad), en vez de ayudarnos documentar toda una gama de variaciones, genera errores profundos y persistentes".

En cualquier caso "el océano está poblado de monstruos o, mejor, gigantes de los océanos. Esponjas barril gigantes de 2,5 metros de diámetro, medusas de Nomura que pesan 200 kilogramos, centollos japoneses de 3,7 metros, caracoles trompeta australianos con conchas de 0.722 metros de longitud, tiburones ballena de 18,8 metros, tiburones blanco de 7,13, peces remo de 8, morsas que pesan 1.883 kg, y por supuesto la ballena azul, que puede alcanzar longitudes de más de 30 metros".

O como escribió John Steinbeck, también citado, "Existe una necesidad que nos lleva a poblar los océanos con monstruos, y uno se pregunta si realmente existen. En cierta forma, sí, porque continuamos viéndolos. El hombre necesita monstruos marinos en sus océanos personales".

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