El Tribunal Supremo del Pueblo ha ratificado la ejecución dictada previamente por el Tribunal Intermedio de Yantai debido a que los crímenes son "extremadamente serios, la forma en que se cometieron fueron brutales y provocaron un efecto social muy grave", según un portavoz judicial citado por la prensa local.
Chinese cult members executed for killing woman they couldn't recruit at McDonald’s restaurant http://t.co/KYdtfAFYDi pic.twitter.com/GAd9Vi386y
— SCMP News (@SCMP_News) February 2, 2015
Zhang Lidong y su hija, Zhang Fan, le pidieron el teléfono a una mujer en un establecimiento de McDonald's de la provincia de Shandong a la que querían reclutar para su secta Quannengshen (traducible por Iglesia del Dios Todopoderoso). Cuando esta se negó, ambos la agredieron con sillas y cualquier objeto que encontraron en el local. La violencia con que la golpearon usando una escoba hizo romperse el palo.
La brutal escena, en la que ambos gritaban que la mujer era un ser diabólico y que debía morir, fue captada por las cámaras de seguridad y circuló por las redes sociales.
Otros tres miembros de la banda que tuvieron una participación menor en el ataque e impidieron intervenir al personal del restaurante fueron condenados a penas de siete años, diez años y cadena perpetua.
Los dos miembros ejecutados habían tenido en los últimos cinco años un papel especialmente activo en la secta, organizando actos, repartiendo panfletos y colgando artículos en internet.
Los condenados no mostraron ningún arrepentimiento durante el juicio y repitieron que la víctima debía de ser destruida porque estaba poseída por el mal.
La secta fue creada en 1995 en la provincia central de Henan por Zhao Weishan, un antiguo profesor de Físicas que clamaba que Dios había resucitado en su esposa. Ambos huyeron a Estados Unidos con pasaportes falsos cuando se dictó su orden de captura y pidieron asilo político. Hoy continúan liderando desde el exilio una organización con un millón de miembros, muy activa y con tácticas agresivas de reclutamiento.
Unos 1.300 miembros fueron detenidos a finales de 2012 por engañar a la gente para que ofreciera su dinero con la amenaza del fin del mundo.
El ataque de octubre precipitó otra oleada de un millar de detenciones entre junio y septiembre, según el Ministerio de Seguridad Pública, en la operación contra sectas de mayor calado desde la desactivación de la célebre Falun Gong.
China anunció en octubre una reforma legal para incrementar las penas a los delitos relacionados con cultos ya que el país asiático carece por ahora de ninguna ley especial para castigar o definir a las sectas religiosas.
Una enmienda presentada a la Asamblea Nacional Popular (el Parlamento chino) prevé castigos de tres a siete años de cárcel a quienes "organicen o hagan uso de organizaciones religiosas o de culto y a quienes difundan supersticiones" que debiliten las regulaciones nacionales.
En los supuestos más graves que provoquen heridos o muertos, las sentencias irán desde los siete años a la pena de muerte.
Pekín mantiene un férreo control sobre los grupos etiquetados como "cultos", una calificación interpretada de forma muy laxa.
En 1999, el entonces presidente Jiang Zemin ilegalizó Falun Gong, un movimiento simplemente espiritual según sus miembros y una secta destructiva en opinión de Pekín. La decisión llegó después de que sus miembros rodeasen la sede del Gobierno central para solicitar el reconocimiento oficial de la organización.
