Cuba: lo concreto y lo impredecible

© AP Photo / Ramon EspinosaNiños llevan bandera cubana por las calles del Municipio de Regla (La Habana)
Niños llevan bandera cubana por las calles del Municipio de Regla (La Habana) - Sputnik Mundo
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El mapa de las relaciones interamericanas ha sufrido un súbito y dramático cambio de colores.

El sorpresivo anuncio, hace tres meses, de que Estados Unidos y Cuba restablecerían sus relaciones diplomáticas, rotas desde los lejanos años de la década de 1960, en plenos ardores de la Guerra Fría, ha sido seguido por la declaración norteamericana de que Venezuela, el gran aliado de Cuba, constituye un peligro para la seguridad nacional del país del norte y por la inmediata respuesta de Caracas, que ha dado, incluso, mayores poderes al presidente Nicolás Maduro.

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Todo esto ocurre, significativamente, a las puertas de una nueva Cumbre de las Américas —la primera en la que participará Cuba- que hasta hace poco se esperaba fuese un foro de concertación norte-sur y que ahora parece que será de polarización y debate. Como si las tensiones nunca pudieran abandonarnos.

Los sucesos de las últimas semanas me han sorprendido mientras realizo una gira de promoción de mis libros por cuatro países europeos: Portugal, España, Grecia y Francia, cada uno de ellos envueltos en sus propios conflictos, que van desde la ya vetusta crisis económica y financiera y los nuevos forcejeos electorales hasta los problemas de la inmigración y la convivencia, con explosiones de violencia y terrorismo incluidas. Como si la tranquilidad se hubiera largado para no volver…

Cuba en la encrucijada de aliarse con Estados Unidos - Sputnik Mundo
Cuba en la encrucijada de aliarse con Estados Unidos

Pero en cada uno de esos países he podido comprobar que la situación cubana, relanzada con el anuncio de los presidentes Raúl Castro y Barak Obama de abrir canales diplomáticos, despierta un interés que a mí mismo, como cubano, no deja de sorprenderme y obligarme a preguntarme por qué intriga tanto y a tanta gente lo que ocurre alrededor y dentro de esa pequeña isla del Caribe.

En cada una de las muchas entrevistas que he debido responder las preguntas sobre le presente y el futuro de Cuba no han faltado jamás. En proporción, quizás, superen en cantidad a las interrogaciones acerca de mis libros. Y entre esas preguntas sobre "la situación cubana" las ha habido de todos los colores y calibres, como la del presentador de televisión portugués que me pidió predijera cómo sería vista dentro de treinta años la figura de Fidel Castro. ¡Pregunta de antología! O la del periodista francés que intentó hacerme adivinar de qué conversarían Raúl Castro y el presidente Hollande durante la próxima visita del mandatario galo a La Habana… ¡como si alguno de ellos me consultara sus agendas!

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El problema fundamental radica, pienso, en la forma en que Cuba ha figurado en el imaginario ideológico, cultural y hasta afectivo europeo a lo largo de las últimas cinco décadas. Prácticamente cada persona en esta parte del mundo se ha creado su propia imagen de Cuba y las hay de todos los matices posibles: desde la que representa a la isla como el infierno comunista hasta la que se empeña en verla como el paraíso socialista del Caribe, fundado a solo noventa millas del imperio norteamericano.

Saber de Cuba y de los cambios económicos y sociales introducidos en los últimos años por el gobierno de Raúl Castro resulta ser la curiosidad más recurrente. El hecho de que en la isla se hayan producidos algunas modificaciones en su estructura económica —ampliación de la pequeña empresa privada y del número de trabajadores independientes, la existencia de una nueva ley de inversión extranjera que debía pretender la atracción de capitales foráneos, la apertura del deporte a las contrataciones en circuitos profesionales, entre otras- y en su sistema social —posibilidad de los cubanos de viajar sin permisos oficiales, facilidad para la repatriación de emigrados, liberación del mercado inmobiliario, también entre varias- ha ido creando un entramado social que comienza a ser diferente del que existía hacia diez años y capaz de advertir que, aun sin grandes modificaciones en el sistema político, necesariamente la sociedad cubana empieza a ser diferente y que lo será también —y mucho más- dentro de otros diez años.

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La economía cubana ante un nuevo escenario

Pero justo en esa coyuntura los análisis comienzan a complicarse, porque del presente se inicia el intento de viajes hacia el futuro, propulsados sobre todo por una posible mayor presencia comercial norteamericana en la isla. El interés por predecir cómo será la Cuba del futuro mediato por supuesto parte de esa imagen previa que arrastra un interrogador que espera, que como por artes de oráculo, le podría ratificar un simple escritor.

El problema radica en que si hasta hace unos pocos años el futuro cubano se nos presentaba a los moradores de la isla como una nube oscura, en la que nos resultaba imposible ver más que siluetas vagas, hoy la nebulosa se ha enturbiado con los más recientes acontecimientos. El papel que podría jugar Estados Unidos en una venidera economía cubana resulta una interrogante absoluta pues depende de factores como la permanencia o eliminación del embargo (que existe y actúa, aunque algunos lo olviden) y la voluntad política y económica del gobierno cubano de aceptar una posible presencia comercial norteamericana en una isla donde las importaciones, el comercio mayorista y la política de precios son competencia monopólica del Estado.

Otro elemento en juego envuelve a las figuras que regirán la dirección política cubana a partir del cada vez más cercano 2018, cuando Raúl Castro y su equipo pasen al retiro anunciado y dejen su sitio a un nuevo colectivo cuya composición y posibles intereses se anuncian como de continuidad… aunque Cuba no será la misma sin Fidel o Raúl al frente del Estado, el gobierno y el partido único.

Sin el conocimiento de estas variantes, incluso sin el conocimiento de los "grandes" cambios anunciados hace tiempo por el actual equipo de gobierno, ¿cómo podríamos forjarnos una imagen certera de la Cuba del futuro mediato? Tengamos en cuenta, además, que muchos de los cambios ya introducidos hubieran sido considerados heréticos hace unos pocos años y que su acción sobre la sociedad cubana ha sido desigual, pues sobre todo no han conseguido estabilizar la marcha de una economía que, en palabras del propio Raúl Castro, sigue siendo la asignatura pendiente de un país en el que faltan la eficiencia y la productividad mientras la sociedad pierde su antigua homogeneidad y se fragmenta entre unos pocos que hoy tiene más y unos muchos que siguen teniendo muy poco y dependen de un salario insuficiente para vivir.

Con esas fichas sobre la mesa… ¿cómo pedirle a un escritor que se trasmute en el profeta o el gurú de su propia tierra? ¿Por qué no hablamos de cosas más tangibles como el cine y la literatura?

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK

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