Pero asegura que fueron los Gobiernos de la UE "quienes dieron el mandato a la Comisión".
"Fueron ellos los que insistieron en que las negociaciones fueran secretas, fueron el presidente español, la canciller alemana o el presidente francés", explica Scholz.
El grupo parlamentario, al que pertenecen organizaciones como Syriza, Podemos o Izquierda Unida, es el más crítico con el secretismo que rodea al TTIP.
"El Parlamento está intentando participar, facilitar el entendimiento entre la Comisión y los ciudadanos", arguye Scholz.
"Solo podemos dar nuestras impresiones, presionar a la Comisión para ir hacia un lado o hacia otro", lamenta.
Scholz insistió en que "hay que mejorar la transparencia".
"Solo las presiones de la ciudadanía y del Parlamento han permitido que tengamos cierto conocimiento sobre lo que pasa", admite el político, alertando que el acuerdo afectará a muchas áreas distintas, como acceso al mercado, inversión, agricultura, propiedad intelectual, energía o medio ambiente.
Para el alemán, "uno de los peligros podría ser que se impulsara un primer acuerdo político cerrado y se dejaran los asuntos concretos para negociaciones futuras".
La Unión Europea lleva estás negociaciones con extremo sigilo.
El Parlamento Europeo cuenta con una "reading room" protegida para que los eurodiputados, con cita previa, consulten los documentos, ante la presencia de un funcionario comunitario y sin instrumentos electrónicos.
Cientos de organizaciones sociales y decenas de partidos políticos progresistas han convocado una jornada de protesta a los dos lados del Atlántico contra el TTIP para el próximo 18 de abril.
La jornada servirá para pedir a la Comisión que aparque este acuerdo.
En España, los partidos a la izquierda de los socialistas del PSOE, como Izquierda Unida, Podemos o los Verdes, y organizaciones ecologistas han impulsado esta protesta.