"Yemen podría convertirse, más que en otra Somalia, en una nación pirata en toda regla", indica Pátrushev al recordar que cerca de las costas yemeníes transitan anualmente hasta 20.000 buques.
Las montañas, la abundancia de armas —unos 60 millones de unidades por 23 millones de habitantes, según algunas estimaciones— así como decenas de zonas no controladas por el Gobierno hacen de Yemen "potencial paraíso para rebeldes y terroristas", opina uno de los principales responsables de Seguridad rusos.
También la negociación acerca del programa nuclear iraní, a su juicio, podría verse afectada por el conflicto yemení "porque los principales procesos en Oriente Próximo y Oriente Medio están muy interrelacionados".
Al mismo tiempo, Pátrushev deja claro que "Rusia no piensa cambiar o recrudecer su postura hacia la solución de este asunto a raíz de los acontecimientos en Yemen", y confía en que las demás partes implicadas mantendrán la misma actitud.
La máxima prioridad, según el funcionario ruso, es frenar el conflicto armado y lanzar negociaciones de paz.
"Nuestra postura de principio es que el proceso negociador esté liderado por la ONU y su Consejo de Seguridad, no por alianzas o países sueltos", subraya al constatar que la actual operación militar en Yemen, iniciada con el consentimiento de EEUU pero sin la autorización del Consejo de Seguridad, "confirma la crisis de los organismos internacionales".