La presencia diplomática del Vaticano en América Latina se ha visto fuertemente reforzada desde la elección del argentino Jorge Bergoglio como pontífice, una situación que alcanzó su mayor exponente durante las negociaciones para el descongelamiento de las relaciones entre Cuba y EEUU, en las que el papa Francisco tuvo un papel fundamental junto a la diplomacia brasileña.
Más recientemente, el Secretario de Estado del Vaticano, Pietro Parolin, participó en la crucial VII Cumbre de las Américas en Panamá, la primera en la que participó Cuba y donde se produjo el ansiado apretón de manos entre el presidente cubano, Raúl Castro, y su homólogo estadounidense, Barack Obama.
Precisamente, el 23 de septiembre Obama recibirá al Papa Francisco en la Casa Blanca, una reunión que, más allá de tratar de reforzar la influencia del catolicismo en Estados Unidos, tendrá la integración de Cuba en el mercado e instituciones latinoamericanas como principal foco.
Con la visita del argentino a Cuba, se cumplirán 80 años de relaciones diplomáticas ininterrumpidas entre la Santa Sede y el Gobierno de la isla caribeña.
Será la tercera visita de un pontífice en las últimas dos décadas, tras Benedicto XVI y Juan Pablo II.
