Los medios ignoran el significado real de el plan de acción, a saber, el hecho de que Irán logró negociar un acuerdo con EEUU que respetase su derecho a un programa nuclear pacífico a pesar de la enorme diferencia de poder entre ambos estados.
Más aquí: OIEA e Irán firman acuerdo para despejar dudas sobre programa nuclear
Esa diferencia de poder entre la superpotencia mundial y la potencia regional –militarmente débil pero con gran influencia política– ha definido no solo las estrategias de negociación de ambas partes, sino que el mismo hecho de que las improbables negociaciones tuviesen lugar.
Los medios occidentales han seguido la línea del Gobierno de Obama y han dicho que las negociaciones se produjeron debido a que Irán no podía resistir más las sanciones. El problema con esta interpretación no es que Irán no sufriera con las sanciones, sino que Teherán siempre estuvo dispuesto a negociar, mientras que EEUU solo recientemente se vio obligado a sentarse a conversar.
Tema: Programa nuclear de Irán (2015)
Clinton terminó ofreciendo un "diálogo" con la República Islámica, pero desde el principio subrayó que no tenía intenciones de levantar las sanciones. La lección que aprendieron los estrategas iraníes –entre ellos el entonces secretario del Consejo de Seguridad Nacional y actual presidente Hasán Rohaní– fue que EEUU se sentaría a discutir el levantamiento de las sanciones contra Irán solo si el costo de no negociar con Teherán fuese demasiado alto para los intereses de Washington.
El politólogo iraní Yalil Roshandel, que trabajó en un proyecto de investigación para un centro de estudios del Ministerio de Exteriores de Irán durante 1997-1998, mencionó en una entrevista con Gareth Porter que figuras políticas de peso, como un influyente asesor del excanciller iraní Ali Akbar Velaiatí, le habían dicho que el programa de enriquecimiento de uranio sería una herramienta útil para negociar el levantamiento de las sanciones.
Irán trató de aprovecharse de lo que interpretó como la preocupación de Occidente por el programa de enriquecimiento iraní al negociar con el Reino Unido, Francia y Alemania de 2003 a 2005. Pero en esa ocasión las negociaciones resultaron estériles, en gran medida porque el Gobierno de George W. Bush estaba interesado en derrocar el régimen iraní y no le interesaba negociar. EEUU ordenó a sus aliados europeos ignorar la propuesta iraní de marzo de 2005 que contemplaba reducir el programa nuclear al mínimo.
Esto se debió a que el Gobierno de Bush no se tomó el programa nuclear iraní en serio, ya que la diferencia de poder entre Washington y Teherán seguía siendo enorme.
En 2012, cuando Obama ofreció por primera vez conversar sobre el programa nuclear iraní, mantenía su estrategia de intimidación: La oferta de negociar fue acompañada por otro ataque cibernético estadounidense, esta vez contra la industria de hidrocarburos iraní.
Solo en 2013, durante su segundo mandato, Obama abandonó sus esfuerzos por hacer que Irán renuncie a su programa nuclear mediante la intimidación y aceptó sentarse a negociar –esta vez en serio– con Teherán.
Esta decisión se tomó solo tras el sorpresivo aumento a más de 9.000 centrífugas enriquecedoras de uranio en funcionamiento, con otras 9.000 listas para ponerse en marcha; el hecho de que Irán había acumulado una gran cantidad de uranio de bajo enriquecimiento y –lo más preocupante para EEUU– el hecho de que Irán comenzara a enriquecer uranio al 20%.
Así pues, la conclusión que se puede sacar de toda esta historia es que fue la presión que los iraníes hicieron en respuesta, mediante su programa nuclear, lo que terminó obligando a Obama a cambiar su estrategia de intimidación e iniciar las negociaciones que Irán pidió por más de dos décadas.
Lo más interesante de la historia de este acuerdo es cómo el Gobierno de Obama, apoyado por sus aliados europeos, intentó mantener las sanciones el mayor tiempo posible durante el proceso de implementación del acuerdo. Sin embargo, –según comentaron diplomáticos iraníes a Porter– los negociadores estadounidenses finalmente cedieron a pesar del "apego emocional" que sentían hacia las sanciones, lo que se reflejó en el tono de la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU hasta las últimas etapas de la negociación.
La evidente desigualdad entre los protagonistas de esta saga, la que normalmente habría permitido que EEUU triunfara, se vio inutilizada por dos factores esenciales: el levantamiento de las sanciones era tan importante para los intereses de Teherán que los negociadores iraníes habrían simplemente abandonado las conversaciones si EEUU hubiese insistido en mantenerlas y que el Gobierno de Obama se había comprometido a lograr un acuerdo con Irán ya que este acuerdo era la principal iniciativa de su política exterior.
El acuerdo nuclear con Irán nos muestra la importancia elemental de la distribución de poder entre los Estados, pero también nos ilustra cómo un Estado más débil puede proteger sus intereses vitales en negociaciones con la potencia hegemónica mediante paciencia, coraje y un cuidadoso cálculo.