Los noventa millones de inversores en los parqués, por encima de los 87,8 millones de miembros del partido, sufren estos días la peor crisis bursátil en décadas.
La bolsa de Shanghái (la de referencia en China) bajó más de un 14 % en julio, siguiendo una tendencia que había empezado el mes anterior.
Los mercados han perdido casi una tercera parte de su capitalización durante el verano más volátil que se recuerda.
Los tres billones de dólares evaporados equivalen al doble de la bolsa de China y al PIB del Reino Unido.
Una fotografía en la prensa nacional evidenciaba esta semana el drama de millones de pequeños ahorradores.
Fang Zhiliang empujaba su alpaca al mercado para subastarla con un cartel en que se leía: "Jugué a la bolsa y perdí. Ahora vendo un animal mitológico".
Fang había hipotecado su vivienda y coches para invertir en la bolsa y su lanudo animal era su último activo para pagarle la educación a su hija.
Las bolsas occidentales están dirigidas mayoritariamente por gestores de fondos a quienes los inversores particulares confían su dinero y que dominan los entresijos del mercado.
Pero en China están dominadas por millones de pequeños ahorradores con conocimientos poco sólidos, la certeza de una vía rápida y segura de multiplicar los ingresos y la confianza ciega en que el Gobierno impedirá cualquier desastre.
"Empecé a invertir porque todos mis amigos lo hacían, ganaban dinero muy rápido. Intenté estudiar el mercado pero no hay reglas claras en China, así que escuchaba consejos de amigos y familiares", señala a Sputnik Nóvosti por teléfono Zhang Qian, de 28 años y empleada en la multinacional IBM.
Hoy apenas conserva 5.000 yuanes (805 dólares) después del tsunami bursátil de junio y julio en acciones de bancos que considera más seguras.
La cultura bursátil es reciente en China, donde los parqués abrieron con la reforma económica de Deng Xiaoping de los años 80 del pasado siglo.
La espectacular revalorización del 150 % de la bolsa china en un año había atraído a muchos pequeños ahorradores en los últimos meses.
Además, los bajos intereses bancarios y los riesgos de la burbuja inmobiliaria no permiten más opciones de inversión.
Amas de casa, estudiantes y jubilados han comprado acciones, a veces jugándose la pensión o la hipoteca de la vivienda.
Más de cuarenta millones de cuentas bursátiles individuales habían sido abiertas en el último año antes del crack bursátil, según datos oficiales, aunque cada inversor puede contar con más de una.
El 80 % de los hogares urbanos chinos han invertido en bolsa, según el banco Credit Suisse, que asegura que ahí destinan el 30 % de sus ingresos.
Muchos de los ahorradores privados han pedido créditos para comprar acciones, así que la caída de la bolsa empuja a los prestamistas a pedir más dinero en metálico para cubrir pérdidas.
Los inversores tienen entonces que vender y el parqué acaba desplomándose.
La mayoría de los inversores busca el beneficio rápido, carece de algo parecido a una estrategia y se contagia fácilmente de los ataques generalizados de pánico en los periodos convulsos.
"El 99 % de los inversores chinos son naive, piensan que sólo es peligroso invertir en las bolsas extranjeras pero no aquí. Han ganado mucho dinero en muy poco tiempo, creen que nunca va a cambiar y no aprenden de las enseñanzas de la Historia", señala por teléfono a esta agencia Summer Deng, consultora financiera independiente.
La opacidad del mercado y la falta de credibilidad de la información de las compañías agrava el cuadro.
La rápida intervención del Gobierno en las bolsas frenó en los primeros días su derrumbe e incluso facilitó su alza, pero poco después volvió a la senda bajista debido a lo que los expertos llaman "pánico de los inversores".
La cuestión a largo plazo es si los millones de pequeños ahorradores regresarán a la bolsa cuando ya han descubierto por la vía más dolorosa que también puede bajar a pesar de los esfuerzos gubernamentales.
Scott Kennedy, experto en economía china del Centro de Estudios Internacionales Estratégicos, asegura que volverán porque los chinos siempre buscan oportunidades de inversión.
"El error del Gobierno fue sugerirles que sus inversiones en la bolsa estaban seguras. No lo estaban. Es un mercado bursátil, los precios suben y bajan.
¡Así que inversores, tened cuidado! El Gobierno debería ratificar ese principio y salirse del camino, entonces los inversores no podrán culpar a nadie más que a sí mismos", dice por a través del correo electrónico.
Zhang recuerda que su padre, quien perdió buena parte de sus ahorros en los parqués una década atrás, le recomendó que no invirtiera. "Intentaré estudiar más el funcionamiento de la bolsa antes de entrar", promete.
"O quizá no. Mis padres aprendieron la lección y nunca volvieron a invertir, quizá yo debería aprenderla ahora", finaliza.