De todas las denuncias que recibió este organismo entre julio de 2012 y diciembre de 2014 el 71 por ciento de los casos tenía relación con adeptos de estas religiones que fueron hostigados o se sintieron amenazados a causa de sus creencias, que mezclan la mitología africana que trajeron los esclavos con la iconografía cristiana propia de los portugueses.
Uno de los casos que más repercutieron en la opinión pública recientemente es el de una niña de 11 años que el pasado mes de junio fue apedreada en la cabeza cuando salía de un culto de candomblé vistiendo las típicas ropas blancas de esta religión.
Los autores fueron presuntamente dos hombres evangélicos, que previamente la habían provocado e insultado tildando a los seguidores de esta fe de "macumbeiros" –un modo despectivo relacionado con la brujería–, y es que la creciente presión de las iglesias evangélicas fundamentalistas en las favelas es una de las principales causas del repunte de la intolerancia.
Pero además el documento también muestra que la "intolerancia religiosa virtual" está ganando peso en los registros de denuncias, por lo que el organismo insta a las autoridades a definir jurídicamente esos delitos y los correspondientes castigos a los infractores.
"Lo que tenemos en Río de Janeiro es casi un pequeño Estado Islámico. Hoy solo creo en la fuerza de la ley a través de la creación de una comisaría especializada en esos casos y en la acción de la Policía Civil contra los fanáticos", explicaba a la Agência Brasil el diputado estatal Átila Nunes, del Partido Social Liberal.
El presidente de la Comisión de Derechos Humanos de la Asamblea Legislativa de Río de Janeiro, Marcelo Freixo (Partido Socialismo y Libertad, PSOL), cree que falta voluntad política para acabar con este tipo de crímenes de odio y asegura que sería clave que los boletines de denuncia en la policía tuvieran un espacio para dejar claro que las agresiones tienen una motivación religiosa.