En concreto, la nota pasó de la calificación "BBB-" al "BB+" con perspectiva negativa, es decir, el primer nivel dentro de los grados especulativos aunque con vistas a empeorar en los próximos meses, un auténtico mazazo para el Gobierno de la presidenta Dilma Rousseff y que ha sido justificado por S&P por la precaria situación fiscal de Brasil demostrada con la publicación de los Presupuestos Generales para 2016 con un déficit de 30.500 millones de reales (unos 8.061 millones de dólares).
"Los desafíos políticos que Brasil enfrenta continúan a pesar de la capacidad del Gobierno y la voluntad de someter el Presupuesto de 2016 al Congreso consistente en una política de ajustes fiscales iniciada en el segundo mandato de la presidenta Dilma Rousseff", detalló el comunicado oficial de S&P que reconoce como importante pero insuficiente la labor del ministro de Economía de Brasil, Joaquim Levy, a quien los rumores situaron fuera del Gobierno la semana pasada.
Para la agencia, el déficit de las cuentas públicas de Brasil podría prolongarse "tres años seguidos"; S&P advirtió del "aumento continuo de la deuda si los rendimientos subsecuentes o las medidas de ahorro no son tomadas", en referencia a que las medidas de ajuste iniciadas por Levy deberán extenderse por varios años para mantener la estabilidad en las cuentas del Gobierno y con ello evitar una nueva rebaja de la nota crediticia, algo que la entidad calcula en el 33 por ciento de posibilidades de que ocurra.
De esta manera y a la espera de que Moody's y Fitch reaccionen a la decisión de Standard & Poor's, Brasil vuelve a situarse al nivel de 2008 y acumula un nuevo revés a sus ya de por sí pesimistas previsiones económicas para el presente año con una reducción del PIB del 2,29 por ciento y una tasa de inflación en torno al 9,5 por ciento, es decir, 3 puntos por encima del límite teórico aceptado por el Gobierno de Rousseff.