En su intervención en el Congreso del Partido Conservador, que se celebra estos días en Manchester (norte de Inglaterra), Osborne justificó la adhesión en 1973 a la entonces denominada Comunidad Económica Europea (CEE) porque "nos ofrecía la promesa de empleos y crecimiento".
Osborne se percibe como favorito a tomar el testigo de David Cameron cuando el primer ministro deje la jefatura del Gobierno antes de las elecciones de 2020, como él mismo ha indicado.
Ambos dirigen las negociaciones con Bruselas y el resto del bloque de los Veintiocho con el objetivo de someter a referéndum la opción de continuar o abandonar la UE.
La consulta debe celebrarse antes de finales de 2017, pero se anticipa su convocatoria el próximo otoño y la campaña a favor de la salida ya ha comenzado a movilizarse.
El ministro simplemente repitió la conocida posición de su Gobierno contra la adopción del euro y la inclusión de Reino Unido en el proyecto europeo de integración política y fiscal.
En el plano doméstico, prometió una "revolución" en la descentralización del poder desde Westminster a las autoridades municipales de todo el país y los Gobiernos autonómicos de Escocia, Gales e Irlanda del Norte.
Así, Osborne anunció la liberación del impuesto universal de sociedades de forma que los ayuntamientos podrán fijar las tasas en sus respectivas áreas y hacer uso al cien por ciento de la recaudación.
Osborne se apropió también de una propuesta electoral del Partido Laborista, la creación de una Comisión Nacional de Infraestructura para planificar y canalizar las inversiones en grandes proyectos, desde la extensión de las comunicaciones ferroviarias a la construcción de plantas nucleares.
Un ministro laborista y actual miembro de la Cámara Alta, Andrew Adonis, será el primer presidente de este ente independiente, según confirmó el titular de la cartera de Economía.
Adonis renunciará próximamente al escaño que ahora ocupa en Westminster y se pasará a los banquillos de lores independientes.