"Hay más radicalización entre los candidatos que entre la gente", dijo Enrique, un hombre de unos 40 años, en la puerta de la Escuela María Sánchez de Thompson, en la zona céntrica de la capital argentina, donde acababa de sufragar.
"La gente quiere votar e irse para la casa, no quiere líos", agregó, mientras señalaba su esperanza de que "gane quien gane, aporte algo para todo el mundo", porque "votás a uno o al otro y tampoco hay tanta diferencia".
En los circuitos electorales distribuidos en el centro educativo, la jornada transcurría "normal", dijo a esta agencia Norberto, delegado en una de las mesas ubicada en un pasillo decorado con dibujos infantiles.
Una mujer ya mayor aguardaba su turno en la fila, que avanzaba con fluidez.
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Al acercarse a la mesa y entregar su DNI (Documento Nacional de Identidad) para que los funcionarios tomaran sus datos, les advirtió entre risas: "No me vayan a perder el DNI", antes de dirigirse al cuarto secreto para seleccionar sus listas de votación.
"Por momentos se amontona gente, pero viene todo bien", dijo Norberto y añadió que, pasado el mediodía local, habían sufragado 38 por ciento de las personas registradas en esa mesa.
También Cecilia, una profesora de historia de 35 años, destacó que la jornada ha sido "tranquila".
"Espero que termine temprano", agregó, mientras aguardaba en la puerta de la escuela a que votara su pareja.
Tranquilidad
Buenos Aires no desbordaba el frenesí al que tiene acostumbrados a sus habitantes y visitantes; a la tranquilidad de un domingo se sumó la jornada electoral y, a primeras horas de la tarde, el partido de la selección de rugby "Los Pumas" en las semifinales del campeonato del mundo que se disputa en Londres.
"No hay nadie en la calle, solo turistas", dijo a Sputnik Nóvosti, Claudia, que desde hace unos cuantos años está al frente de un kiosco de diarios de la zona céntrica.
"¿No viste el silencio que hay? En un rato me voy", agregó.
La mujer aseguró que, por su trabajo, está en contacto con mucha gente, lo que le permite tener claro qué proponen los candidatos.
"Una tiene calle, y estando acá ve y escucha y, la verdad, no me ha convencido ninguno", reconoció, al punto de que fue su esposo quien la "impulsó" a votar por uno de los candidatos.
"Uno vota por conciencia, pero yo quiero tranquilidad", justificó, y aunque sostuvo que la elección es una "lotería", gane quien gane "va a cambiar la situación".
"Estamos a la (buena) de Dios", concluyó.
Más de 32 millones de argentinos están habilitados para votar en estas elecciones nacionales, en las que además se definen los gobernadores de 11 provincias, entre ellas Buenos Aires, la renovación de la mitad de la Cámara de Diputados y de un tercio del Senado, y los integrantes del Parlamento del Mercosur.