"El primer eje debe ser hablar bien sobre las adicciones, y tratarlo como un problema de salud social, no sólo de narcotráfico", dijo Molina a esta agencia.
Argentina celebrará el 22 de este mes un balotaje en el que se disputarán la Presidencia Daniel Scioli, del gobernante Frente para la Victoria (centroizquierda), y Mauricio Macri, de la alianza opositora Cambiemos (centroderecha).
Ambos han prometido mano dura contra el crimen organizado y el narcotráfico, con la participación de las Fuerzas Armadas, entre otras cosas para captar votos de los seguidores de Sergio Massa, disidente del oficialismo y el tercer candidato más votado en la primera vuelta de los comicios el 25 de octubre.
Pero la Sedronar (Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico), institución que supervisa las políticas públicas en la prevención y asistencia de las adicciones, promueve otro enfoque, según explicó Molina.
La institución cuenta en todo el país con 58 centros preventivos locales de adicciones, integrados cada uno por grupos interdisciplinarios de entre 18 y 25 personas.
Además impulsa las Casas Educativas Terapéuticas, espacios de asistencia y tratamiento en zonas de alta vulnerabilidad que son conducidas por 34 equipos.
Cuando Molina estuvo al frente de la institución, desde noviembre de 2013 hasta mayo de 2015, comenzó a llamar la atención el debate que proponía.
El hecho de ser un eclesiástico le hizo adquirir más relevancia.
"No se combate el narcotráfico poniendo más policías y militares, se combate trabajando socialmente y creando conciencia; tiene que haber un Estado presente para poder hablar de otras cosas después", dijo a Sputnik Nóvosti.
Un ejemplo son las cuencas petrolíferas de la provincia de Chubut (sur), donde muchos ganan sueldos muy altos y es donde más se consume cocaína.
"Nosotros hacíamos prevención en fiestas electrónicas. Lo que se consume en estas fiestas es más que lo que se consume en un barrio vulnerable en un mes", ilustró el exdirector del Sedronar.
La dependencia, de hecho, tiene a su cargo el control de los precursores químicos, "un eje importante, porque la nueva onda del narcotráfico es lo sintético", dijo Molina.
Pero en Argentina, de acuerdo con estadísticas de la Sedronar, el principal problema de adicción lo produce el alcohol, y en segundo lugar, los medicamentos de consumo autorizado.
Luego viene la marihuana y, más atrás, la cocaína.
Cuatro frentes
El Ministerio de Seguridad encabeza la lucha contra el narcotráfico con el esquema tradicional habitual en otros países: la persecución del crimen organizado.
La Sedronar, en cambio, marca las políticas en torno a la prevención, la asistencia y la capacitación en materia de adicciones, mientras que la Unidad de Inteligencia Financiera combate el negocio y el lavado de dinero, y por último interviene la Justicia.
Estas áreas no dejan de ser sensibles al narcotráfico, que a juicio del sacerdote necesita corromper todo tipo de estamentos para poder funcionar.
La semana pasada fueron allanadas las oficinas de un juez federal de la provincia Salta (norte), acusado de liderar una organización ilícita vinculada con el crimen organizado.
"Si no, no sobrevive. Lo que está haciendo Uruguay al legalizar la marihuana es terminar con la corrupción y la delincuencia organizada", sostuvo.
Molina también afirmó que "el crimen organizado es uno de los parámetros que mueve la economía mundial", y recordó que "el país más consumidor es Estados Unidos".
"Ellos ponen las narices y nosotros los muertos. Ha fracasado la guerra contra el narcotráfico y el negocio ha crecido en América Latina. Y los que más sufren son los vulnerables", sostuvo.
El sacerdote también recordó las declaraciones del papa Francisco en la Organización de las Naciones Unidas, cuando afirmó que el narcotráfico también corrompía a los estamentos religiosos.