La identidad de Joseph Lau ha sido desvelada un día después de que tras ocho minutos de puja en la sede de Ginebra de Sotheby's se adjudicase la piedra conocida hasta ayer como "Luna azul" y que ya ha rebautizado como "Luna Azul de Josephine" en honor a su hija de siete años.
Lau desembolsó 48,4 millones de dólares por la piedra azul de 12.03 kilates, lo que la convierte en "el diamante más caro, independientemente del color, y en la joya más cara nunca subastada", según Sotheby's.
The 12.03-carat Blue Moon Diamond fetches US$48.5m, a world auction record for any #diamond #SothebysJewels pic.twitter.com/fyc5LTiBkn
— Sotheby's (@Sothebys) 11 ноября 2015
Así superó la anterior marca de 46,2 millones de dólares del "Graff Pink", subastado también por Sotheby's cinco años atrás.
El diamante, hallado el pasado año en Sudáfrica, también ha batido el récord de venta por kilate, que se sitúa en 4 millones de dólares por unidad.
La pulsión compradora de Lau, que coincide con el día en que China superó la marca de venta en comercio electrónico, había empezado un día antes.
El multimillonario había adquirido el martes otro diamante, esta vez rosa y en la rival subastera Christie's, a cambio de 28,5 millones de dólares.
Lau también rebautizó la piedra, a partir de ahora conocida como "Dulce Josephine".
La hija de Lau, cuando apenas tenía un año, ya recibió otro diamante de 9,5 millones de dólares con el nombre de "Estrella de Josephine".
El magnate de 68 años tiene otros dos hijos como fruto de su antigua relación con Yvonne Lui.
La fortuna de Lau roza los diez mil millones de dólares, según Forbes, lo que le ha permitido compras extravagantes de vino, joyas o aviones.
Ocho años atrás se convirtió en uno de los siete primeros propietarios de un Boeing 787 Dreamliner para su uso personal.
También ha destinado su fortuna a satisfacer a las mujeres con las que ha compartido su vida, lo que explica que sigan hablando muy bien de él.
Lau fue condenado recientemente a cinco años de cárcel por sobornos y lavado de dinero en Macau, la capital del juego situada a apenas una hora en ferry de Hong Kong.
Pero Lau sigue en libertad porque entre las dos excolonias, a pesar de estar regidas hoy por China, no hay tratado de extradición.