"El criterio principal para la delimitación geográfica de tales territorios será la presencia histórica y actual de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) en estrecha relación con las comunidades", indicó ante la prensa en La Habana el guerrillero alias “Marcos Calarcá”, uno de los negociadores destacados en la capital cubana.
Las dos partes están negociando el punto referido al fin del conflicto en la agenda común de negociaciones que acordaron en 2012.
Según el líder insurgente, esas zonas de paz se establecerían de "manera excepcional y extraordinaria" bajo una regulación "específica" para la "organización política, económica, social, ambiental y de seguridad integral", aunque no precisó la vigencia que tendrían esos territorios especiales, como tampoco su extensión geográfica ni cuántos serían.
De acuerdo a lo dicho por Calarcá, se trata de zonas geográficas “que tendrán un régimen especial protegido constitucionalmente y con regulaciones específicas” que también comprenderían las acciones de reparación de las víctimas, que se desarrollarán en el ámbito de la justicia restaurativa.
El documento leído por el negociador de las FARC destaca que los Terrepaz “tendrán la función de posibilitar la concreción del proceso de cese bilateral de fuegos y de hostilidades definitivo, y la dejación de armas por las partes".
Este último paso fue solicitado por el Gobierno de Juan Manuel Santos a la guerrilla con el fin de avanzar hacia el punto de que Bogotá pueda decretar también el cese del fuego por parte de los militares.
Las áreas especiales de paz estarán habitadas por "excombatientes, familiares y allegados, y los ciudadanos vecinos del lugar", y para ellas la guerrilla propone que exista acompañamiento internacional y veeduría popular y ciudadana, según Calarcá.
Por último, las FARC reclaman al Gobierno que examine la implementación "inmediata" de un "plan piloto en uno o más territorios especiales" que harían parte de los Terrepaz.
Las dos partes se han comprometido a firmar la paz el 23 de marzo de 2016 y poner fin así a un conflicto armado interno de más de medio siglo, el más antiguo del hemisferio y que, según cifras oficiales, ha dejado apenas desde 1984 más de seis millones de víctimas, 95.000 personas asesinadas y más de 90.000 desaparecidas.