"No veo una razón que implique que Rusia vaya a ser dejada de lado en América Latina", dijo el argentino Alberto Hutschenreuter, doctor en relaciones internacionales y especialista en política exterior rusa.
Este jueves asumirá el Gobierno de Argentina el centroderechista Mauricio Macri, concluyendo 12 años de administraciones del peronismo de izquierda que habían privilegiado las relaciones con Moscú.
El domingo, la oposición venezolana obtuvo en los comicios el control de dos tercios del parlamento, lo que le dará amplios poderes para incidir en la formulación de políticas del Gobierno de Nicolás Maduro.
Estos dos elementos y la eventualidad de que la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, deba enfrentarse a un juicio político modificarán el mapa político sudamericano, pero no se verán reflejados de manera significativa en el vínculo entre Rusia y la región, según el analista argentino.
"No considero que Rusia (se vaya a quedar) sin aliados o socios en América Latina", pues hay "diferentes razones" que explican el "mayor relacionamiento" de Moscú con la región, opinó Hutschenreuter.
Una de esas razones es que "Rusia busca tener un comportamiento más multivectorial en relación a su política exterior y esto implica captar mercados", explicó.
Según el también argentino Aníbal Pérez Liñán, politólogo especializado en procesos electorales en América Latina, "existe una posibilidad" de que Rusia "se quede sin aliados simbólicos" en la región, pero esto no será relevante en términos económicos.
"En la medida en que haya proyectos económicos comunes, creo que los países sudamericanos no tienen motivos para distanciarse de Rusia", opinó.
Entre 2006 y 2011 el comercio entre la región y Rusia se multiplicó por más de dos, pasando de 7.600 millones de dólares a 17.100 millones de dólares, según datos del Sistema Económico Latinoamericano y del Caribe (SELA).
