Suecia ofreció a Marruecos ayuda financiera a cambio de la recepción de los jóvenes de origen marroquí que no lograron recibir asilo en el país, según informa el periódico Svenska Dagbladet.
“No queremos expulsarlos para que vaguen por las calles de Rabat —capital de marroquí—. Queremos que sean recibidos y estamos dispuestos a participar en el financiamiento de un centro de acogida”, comentó el ministro de Asuntos Interiores de Suecia, Anders Ygeman.
Por su parte, el Gobierno de Noruega contempla la construcción de un centro infantil en Kabul para tener la posibilidad de enviar a los refugiados pequeños a Afganistán.
“Afganistán está a favor de la creación de un centro infantil. Podemos devolver a los refugiados afganos que todavía no alcanzan la mayoría de edad”, cita el periódico Aftenposten al secretario estatal del Ministerio de Justicia de Noruega, Joran Kallmyr.
Muchos de los niños afganos reciben permiso de residencia por no tener tutores en Afganistán, y como intentan mejorar sus condiciones de vida, a menudo ocultan la información sobre sus parientes, explica el funcionario. El nuevo centro podrá disminuir el flujo de adolescentes que llega al país “por dinero”, declara Kallmyr.
La iniciativa noruega no fue del agrado de los refugiados del Oriente Medio en el país.
“No es una buena idea. Los jóvenes siempre piensan en el futuro, y no hay futuro en ser expulsado a un centro infantil en Afganistán”, afirma Jomaa Nazari, un refugiado afgano que vive en Noruega desde 2012.
Nazari está seguro de que los adolescentes evadirán el centro e ingresarán a grupos criminales.
“Lo único que tendrán en su mente será volver a Europa, a Noruega”, añade.
La gente con condiciones básicas tiene una responsabilidad moral ante los niños que no tienen nada que ver con la guerra, y en vista de que Noruega participó en la operacion militar en Afganistán, su responsabilidad es aún mayor, afirma el refugiado.