En el primer domingo de la cuaresma cristiana, un periodo de reflexión y penitencia que antecede a la Semana Santa, Francisco dejó a un lado la crítica política y retomó el mensaje pastoral de contenido social, para hablar de "las tres tentaciones del cristiano que intentan arruinar la verdad".
Ante una multitud con un notable componente popular, que habita inmensos dormitorios urbanos de trabajadores en un gigantesco circuito industrial del centro del país, el papa criticó a quienes obtienen "el pan a base del sudor del otro, o hasta de su propia vida".
Esa crítica social fue la parte medular de la homilía de la misa, a la cual llegó tras un recorrido de unos 20 kilómetros en papamóvil, desde un helipuerto, donde fue vitoreados por unos 3 millones de personas, la mayoría de sectores populares, según las autoridades viales.
"Esa riqueza que es el pan con sabor a dolor, amargura, a sufrimiento, en una familia o en una sociedad corrupta es el pan que se le da de comer a los propios hijos", lanzó el jerarca del Vaticano.
En segundo lugar, la emprendió contra la vanidad, definida como la "búsqueda de prestigio en base a la descalificación continua y constante de los que "no son como uno".
"La búsqueda exacerbada de esos cinco minutos de fama que no perdona la "fama" de los demás "haciendo leña del árbol caído", ilustró con una metáfora.
En tercer lugar, denunció el orgullo, que se expresa al "ponerse en un plano de superioridad del tipo que fuese, sintiendo que no se comparte la común vida de los mortales".
"Sabemos lo que significa ser seducidos por el dinero, la fama y el poder", leyó el pontífice en nombre de un "Dios que tiene un nombre: misericordia".
"Traficantes de la muerte"
En Ecatepec, una de las zonas que más trabajadores expulsa a la migración hacia EEUU, el Obispo de Roma exhortó a trabajar por hacer de México "una tierra que no tenga que llorar a hombres y mujeres, a jóvenes y niños que terminan destruidos en las manos de los traficantes de la muerte".
Ecatepec, es un superpoblado y rezagado municipio del Estado de México, llamado por los sociólogos "la fábrica del voto pobre", que durante casi dos décadas hasta hace tres años fue encabezada por el llamado "obispo rico", Onésimo Cepeda, amigo personal del magnate Carlos Slim.
Francisco eligió ese escenario –y no Atlacomulco, cuna política del PRI y de Peña, como quería el Gobierno- para expresar su opción por "la justicia y el amor a los pobres".
El simbolismo de Ecatepec, como escenario para la "Teología de la Periferia" que proclama el religioso argentino es notable, en una zona que casi triplica el promedio de los indicadores de violencia nacionales, con 35 asesinatos dolosos por cada 100.000 habitantes.
Es también una zona de "feminicidios": 168 mujeres han sido asesinadas en los últimos tres años, según cifras oficiales.
En ese estado gobernado por el sucesor de Peña, el gobernador Eruviel Ávila del PRI, quien asistió a la misa, el 40 por ciento de la población vive en la pobreza, más de 720.000 habitantes, según datos oficiales, mientras que casi 110.000 viven en pobreza extrema.