El mandatario turco complica las relaciones con Estados Unidos y Rusia, países que llevan adelante una lucha contra los terroristas del Estado Islámico (Daesh en árabe, organización extremista proscrita en Rusia y en otros países), y lo hace con intención. "Turquía no lucha contra EI ni el presidente sirio Bashar Asad, sino contra los kurdos", afirma la agencia alemana.
Aparte de los problemas de la política exterior, Turquía enfrenta dificultades en el sector económico que se encuentra dañado debido a la creciente inflación y reducción del flujo turístico. Antalya —ciudad situada en la costa suroeste de Turquía— perdió 9 millones de dólares por el deterioro de las relaciones con Rusia tras el derribo del Su-24. Además, va en aumento la cantidad de refugiados sirios que llegan al país, sin que la población turca esté dispuesta a recibirlos.
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El vicepresidente de EEUU, Joe Biden, ha pedido a Turquía que cese del bombardeo a las unidades del PDKS (Partido Democrático del Kurdistán de Siria). El Ministerio del Exterior de Rusia también expresó su preocupación por los bombardeos a territorio sirio por parte de Turquía, clasificándolos como actos de apoyo al terrorismo y una violación a las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU.