Justo antes de su viaje, Obama demostró quién manda: Arabia Saudí. El país árabe se sirvió del chantaje como arma para amenazar a EEUU. Y es que la visita de Obama se produjo en medio de la controversia por su rechazo a un proyecto de ley que busca permitir que las víctimas de los ataques del 11-S puedan demandar al Gobierno de Arabia Saudí por los atentados terroristas.
La Casa Blanca debate la necesidad de desclasificar el último capítulo del informe final sobre dichos atentados, según informó The Independent. Las 28 páginas en cuestión, de más de 800 en total, fueron clasificadas "por razones de seguridad nacional" hace 13 años.
El documento describe una red de personas vinculadas con Arabia Saudí que ayudaron a los secuestradores de los aviones a llegar a EEUU, obtener viviendas e ingresar en una escuela de aviación. Así lo afirmó el senador Bob Graham, uno de los responsables de la investigación del 11-S, en una entrevista para la cadena estadounidense CBS News.
Al responder a la pregunta de si la mencionada red comprendía al Gobierno saudí, a los ciudadanos ricos o fondos de caridad, el senador respondió "hay de todo".
Ante esta posibilidad, de que el Congreso de EEUU apruebe la ley de compensación a las víctimas del 11-S, Arabia Saudí amenazó con vender sus activos de petróleo por cientos de miles de millones de dólares.
Y Obama demostró estar a la altura de su rango y de la amenaza saudí: "si se abre esa posibilidad (de compensar a las víctimas), se estará facilitando que EEUU sea demandado continuamente por individuos de otros países", fue la excusa para deshonrar la memoria de miles de vidas perdidas en los atentados.
A pesar de esto, el Dr. Adnan Ezzedine, analista internacional, explica que como telón de fondo de la amenaza saudí, subyacen las agendas de ambos países que chocan en sus intereses, y en las que se enmarca Irán, Siria y Yemen.
Ezzedine opina que la visita de Obama no fue de cortesía, "fue más de mostrar el palo y no la zanahoria".
