Mientras, Manuel Valls sorteó la moción de censura por dicha reforma laboral. Un tipo de episodios que el funcionario esquiva por tercera vez en dos años.
Sin embargo, si en algo triunfó la moción de censura fue en el crisol de voluntades que unió para sacarla adelante: la ultraderecha, la derecha, el centro, los radicales de izquierda y los verdes, fueron quienes hicieron piña contra el primer ministro. Pero los 246 votos conseguidos no alcanzaron: se necesitaban 289.
Asimismo, la moción fue secundada en calles agitadas por una población que se resiste a perder pie en sus derechos laborales, y los sindicatos prometieron dar más batalla.
Nuestro corresponsal en Europa, Luis Rivas, indica que el decreto del primer ministro francés Manuel Valls refleja la debilidad política extraordinaria del Gobierno francés. Y añade que esa debilidad va más allá y también se evidencia en el intento de reformar la Constitución, y en otros aspectos como la lucha contra el terrorismo, asuntos judiciales y policiales.
El Gobierno de François Hollande está en el mínimo del apoyo popular que ha tenido un presidente francés en su historia, opina Luis Rivas, y señala que el decretazo tiene una paradoja, y es que se ha aprobado una ley completamente devaluada en relación a la propuesta inicialmente.
Luis Rivas indica que muchos analistas y ciudadanos franceses razonan que 'si de lo que se trataba era de dar un decretazo, hubiera sido mejor hacerlo con la ley original y no con una ley devaluada, pues lo único que se ha conseguido con ello es enfadar a los trabajadores, a los ciudadanos, a los empresarios, a todo el mundo'.