"Se está solicitando la utilización de semillas genéticamente mejoradas para la soya, maíz, arroz y trigo que están presentando grandes plagas y mermas en la productividad", dijo la experta.
Solo en el sector arrocero las pérdidas alcanzaron a 70 por ciento en lo que va del 2016, añadió.
González respaldó el pedido de los agricultores, mencionando estudios de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación (FAO) que aseguran que los cultivos genéticamente modificados "no son dañinos para la salud humana ni el medio ambiente".
Estos informes debieran ser tomados en cuenta por las autoridades para permitir el uso de semillas transgénicas que mejorarían los niveles de productividad, y superar "mitos" sobre estos productos, según González.
"La OMS y la FAO han concluido que es improbable el riesgo de cáncer para los humanos a través de los alimentos genéticamente modificados que se ingieren y, que tampoco hay un efecto genotóxico para el ser humano a partir de los cultivos tratados con glifosato" herbicida que acompaña algunas de las variedades transgénicas, dijo la especialista del IBCE.
Para González "las nuevas técnicas para edición genética aminorarán los temores de los escépticos de la biotecnología, que ya la tienen difícil para seguir refutando una posición sin sustento científico", declaró.
La Constitución boliviana prohíbe la libre importación, producción y comercialización de organismos genéticamente modificados y elementos tóxicos que dañen la salud y el ambiente.