Qian Renfeng, de 31 años, ha pedido también una disculpa formal a la corte de Yunnan que la condenó a cadena perpetua en 2002, cuando tenía 17 años.
Esa sentencia fue anulada en diciembre por falta de evidencias, según el diario China Daily.
Qian había preparado las comidas de un bebé que murió y otros dos que enfermaron en una guardería por envenenamiento y confesó después que había mezclado veneno para las ratas en sus raciones.
Pero Qian alega que esa confesión fue arrancada después de haber sido obligada a permanecer arrodillada durante horas con las manos esposadas.
"En un estado de furia, de extremo dolor y agotamiento, dije que era culpable", sostiene.
La Fiscalía de Yunnan decidió reabrir el caso en 2103 y la absolvió dos años después.
Varios casos de condenas erróneas en los últimos años propiciadas por confesiones bajo tortura han elevado sospechas sobre el sistema judicial chino, en el que más del 99 por ciento de sentencias son de culpabilidad.
China está luchando contra la tortura con diferentes métodos como la instalación de cámaras durante los interrogatorios o rebajando la importancia de la confesión como prueba incriminatoria, pero las organizaciones de derechos humanos señalan que el problema aún está lejos de ser resuelto.