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El satélite AIST como parte del proceso educativo

© Sputnik / Igor Ageenko  / Acceder al contenido multimediaEl lanzamiento del cohete Soyuz con satélites Lomonosov, Aist-2D y SamSat-218 a bordo
El lanzamiento del cohete Soyuz con satélites Lomonosov, Aist-2D y SamSat-218 a bordo - Sputnik Mundo
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¿Cómo contribuyeron los estudiantes de la Universidad de Samara al desarrollo de los satélites de clase AIST? ¿Cómo empezó el proyecto? ¿Qué cambios en las aulas supone el principio 'Educar investigando'? De esto y mucho más habla el asistente del Departamento de Construcción de Equipos Espaciales de la Universidad de Samara, Iván Tkachenko.

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El primer lanzamiento desde el cosmódromo Vostochni
El director del proyecto juvenil del Centro de Innovaciones Científicas, asistente del Departamento de Construcción de Equipos Espaciales en la Universidad Nacional de Investigación de Samara Serguéi Koroliov, Iván Tkachenko, explica a RIA Nóvosti cómo se realiza el principio 'Educar investigando', mediante el desarrollo y mantenimiento de la familia de pequeños aparatos espaciales AIST.

El pasado 28 de abril, desde el cosmódromo Vostochni, se lanzó y se puso en órbita un pequeño aparato espacial denominado AIST-2D. Contribuyeron a este lanzamiento, junto a los profesionales, los alumnos de la Universidad de Samara. ¿Cómo inició este proyecto?

La propia idea de desarrollar una familia de aparatos espaciales pequeños AIST nació entre los estudiantes. Ya en 2006, adelantaron esta iniciativa y participaron en todas las etapas de su realización práctica: desde el diseño hasta la construcción y uso del aparato espacial de nueva generación.

El éxito del proyecto AIST es el resultado de la cooperación de tres colectivos: especialistas del Centro de Aparatos Espaciales Progress, profesores y científicos, y estudiantes de la Universidad de Samara. ¿Fue difícil coordinar el trabajo conjunto? ¿Quién asumió el papel del líder?

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En 2006, se creó dentro de la Universidad el Centro Juvenil de Investigaciones Científicas, encargado de coordinar los trabajos del proyecto AIST dentro del centro de estudios. Una entidad parecida fue creada en el centro de Aparatos Espaciales 'Progress'. Por parte del Progress, la supervisión del proyecto estuvo a cargo del sector juvenil, encabezado por Serguéi Safrónov. Yo era estudiante de cuarto año cuando Serguéi terminó la carrera, y fue a trabajar allí. Lo mismo se puede decir sobre una buena parte de los especialistas que trabajan en Progress. Por regla general, son licenciados por la Universidad de Samara. De esta manera, se ha venido consolidando, de generación en generación, una estrecha cooperación: el universitario, al graduarse, iba a trabajar en Progress y continuaba con su participación en el proyecto, pero ya en calidad de ingeniero, mientras sus colegas más jóvenes proseguían con los estudios. Tal vez esta cooperación fue lo que aseguró el éxito. La participación más activa en el proyecto AIST la tuvieron los grupos dirigidos por los catedráticos Vadim Salmin y Nikolái Siomkin. No se puede menoscabar la contribución del rector, Yevgueni Shájmatov, y el presidente, Víktor Sóifer. Los dirigentes de nuestro centro de estudios en su momento habían respaldado la iniciativa de los estudiantes.

¿Cómo fue organizado el trabajo conjunto de los universitarios y los ingenieros?

No diría que se hubiera elaborado un sistema especial para la formación de los participantes, para su selección. Fue un proceso espontáneo. No importaba ni la especialización del interesado, ni su edad. Nuestra tarea de coordinadores consistió en organizar el acceso de los estudiantes a las instalaciones de Progress, preparar la documentación necesaria, facilitar la información que hiciera falta. De esta manera, el alumno, que antes presenciaba el proceso real de producción solo cuando empezaba a tener clases prácticas en el cuarto año de carrera, ahora resulta involucrado en una actividad práctica desde el principio. La práctica, de este modo, se convierte en una parte del proceso educativo. Esto concuerda con el concepto global educativo de nuestra universidad, que se expresa a través del eslogan 'Educar investigando'. Es el principio fundamental con el cual se guía nuestro centro de estudios superiores durante los últimos diez años.

¿En qué medida la participación de los estudiantes en el proceso de producción y el proyecto concreto influyeron en la vida docente, ayudaron a resolver las tareas propias de un centro educativo?

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Con solo los datos de telemetría obtenidos durante todos estos años de los aparatos espaciales de clase AIST, fueron preparados varios ciclos de clases prácticas y de laboratorio, que ya son parte integrante del proceso educativo y de una serie de disciplinas del programa académico. Fueron defendidos decenas de trabajos de fin de curso y algunas tesis doctorales sobre el proyecto AIST. Los resultados de la actividad espacial se implementan no solo en el proceso educativo, sino también pasan a ser patrimonio científico. El banco de ciclos de clases prácticas, creado a partir de los datos telemétricos reales obtenidos de los satélites de clase AIST, permite a nuevos alumnos que no han participado en el proyecto utilizar sus resultados.

Los principales temas que investigan los estudiantes de los últimos años de carrera, de postgrado y de doctorado están relacionados con el análisis de las características de resistencia del aparato espacial en diferentes etapas de su funcionamiento, al cálculo de los parámetros orbitales de los aparatos espaciales, a la determinación de su orientación y al control térmico del aparato.

¿Las investigaciones de esta índole sólo fueron posibles gracias a la participación de los estudiantes en los proyectos AIST y AIST-2D?

En cierta medida, así es. Antes, tales cuestiones se solucionaban a partir de ejemplos abstractos inventados por profesores. Mientras, el participante del proyecto calcula y estudia los parámetros de un aparato absolutamente real, que describen su estado durante el vuelo. Además, gracias a que las respuestas del satélite se reciben de forma permanente, hay posibilidad de influir en su funcionamiento en tiempo real programando los parámetros de sus equipos de investigación, modificando los ajustes de los sistemas de navegación y dirección. Es decir, se puede dialogar con el aparato, lo cual, evidentemente, no se pueden permitir los investigadores que utilizan los datos telemétricos proporcionados por un aparato ajeno.

El proyecto AIST cumple diez años. Ya es difícil imaginar sin él el proceso educativo, la vida de la universidad y sus subdivisiones. Por cierto ¿quién dio el nombre al satélite?

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AIST es una sigla en ruso que se lee como 'Instituto de Aviación'. Es así como se llamaba la Universidad de Samara —el Instituto de Aviación (AIST), cuyo logotipo representaba una cigüeña ('aist' en ruso significa "cigüeña") sobre un fondo azul. Fue uno de los profesores universitarios, A.Prójorov, quien tuvo esta idea.

¿Es importante, según usted, la aportación de los estudiantes en el potencial científico y técnico del proyecto en comparación con los demás participantes, la universidad y el centro de producción?

Está claro que la aportación más apreciable al desarrollo del aparato es la de los especialistas de Progress. Cabe mencionar especialmente el papel que jugó el director del Centro de Aparatos Espaciales Progress, Aleksander Kirilin, ya que, gracias a él, la idea cobró forma de un aparato espacial real. La aportación de la universidad comprende la parte educativa y la científica, al igual que la promoción del proyecto. Mientras tanto, los estudiantes contribuyeron, sobre todo, con la idea, hicieron los esbozos del aspecto físico del aparato. Los universitarios tomaron parte muy activa en el diseño de los equipos científicos instalados en los satélites AIST. Junto con los estudiantes de postgrado y doctorado se efectuaron los trabajos de cálculo. Ahora están trabajando para recibir y tratar los datos que proporcionan los satélites lanzados al principio, puesto que su mantenimiento es responsabilidad completa de la universidad

Y, por último, ¿qué atrae a la juventud al proyecto?

La posibilidad de participar en algo importante, en algún proyecto real y de envergadura, es muy importante y desempeña un papel relevante en la formación de los futuros ingenieros aeroespaciales.

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