El reciente viaje a Pekín del presidente ruso, Vladímir Putin, aceitó la firma de 30 importantes acuerdos mercantiles y energéticos y declaraciones conjuntas sobre el respeto a la ley internacional, la oposición a las interferencias de países en el orden interno ajeno o la lucha contra el terrorismo.
"Las dos partes estaban muy felices al firmarlos pero afrontan muchas piedras en el camino para llevarlos a cabo", señala en el diario ultranacionalista Global Times.
El experto alude a la habitual mezcla de economía y política de la parte china al creer que la primera desarrolla los lazos en la segunda.
"Sin embargo, el número de acuerdos económicos no es necesariamente relevante. Lo es su implementación y los beneficios. El entorno ruso para la inversión no es satisfactorio. A largo plazo, solo cuando la parte china se sujete a las reglas de mercado se ganará el respeto de Rusia", señala.
"El Gobierno debe respetar la autonomía de cada compañía, de las normas del mercado y de los derechos de los inversores y accionistas. No puede obligar a las empresas a cumplir sus intereses políticos o promover estrategias nacionales al margen del mercado", añade.
Las dudas también emergen en el terreno geopolítico, señala Han, quien alude a la reciente propuesta rusa de crear una gran sociedad euroasiática también abierta a China, India, Pakistán o Irán.
"Pekín debería hacer antes que nada un juicio cuidadoso sobre esa asociación liderada por Moscú. ¿Qué clase de organización es? ¿Cuál es su perspectiva? ¿Cuáles son los objetivos? Tenemos que considerar cómo colaboramos con Rusia en bases a esas respuestas", añade.