Para él, pensar en comer otro alimento era el equivalente a que un individuo con aracnofobia vea una araña. Este desorden alimenticio afecta principalmente a niños y se puede extender hasta la adolescencia. De acuerdo con el Real Colegio de Psiquiatras del Reino Unido, cerca de un 12% de los niños de tres años lo sufren y menos del 1% lo desarrolla en la adultez.
"Esta persona sobrevivió porque el cuerpo es una máquina compleja y usa todos los recursos a su disposición para mantenerse vivo", dijo a Sputnik Gabriela Fiorentino, nutricionista de Uruguay Crece Contigo, un programa del Ministerio de Desarrollo Social para la protección a la primera infancia y mujeres embarazadas de poblaciones vulnerables.
Liam Pierce, 14, from Gloucester, hasn't been able to look at a vegetable without feeling sick since he choked on a… https://t.co/4C6xcRhmvP
— World Health News (@WorldHealthNews) 18 de julio de 2016
El trauma de Liam comenzó cuando tenía dos años y se atragantó con una arveja. Luego de tratamientos psicológicos, que incluyeron sesiones de hipnosis, el joven pudo comenzar a incorporar otros vegetales a su dieta.
"El tomate es una fruta que solo tiene algunos carbohidratos. No cuenta con ninguno de los nutrientes básicos como las proteínas que forman los músculos, las grasas que ayudan a la parte neurológica, y los carbohidratos que son básicos para vivir y respirar. Al faltar todos esos nutrientes el cuerpo va generando un mecanismo de autorregulación para subsistir, pero no de manera adecuada", sostuvo Fiorentino.
Milagrosamente, el joven que tomó aproximadamente 500 litros de kétchup en sus 14 años de vida, sobrevivió. Hoy solo consume una botella de esa salsa de tomate a la semana.