Si se acepta el postulado, y no encuentro motivos para el rechazo, este no solo describe perfectamente a los integrantes y adeptos de Daesh, describe asimismo el fervor de buena parte de ese 'hombre occidental' que ha hecho de la tolerancia y la corrección política blasones indiscutibles de su civilización.
Para Occidente, con su lectura lineal del progreso, con ese torpe convencimiento de que "todo tiempo futuro tiene que ser necesariamente mejor", la intolerancia supone una regresión inaceptable a tiempos de oscuridad de los que se aleja asimismo con la mordaza de la corrección política, esa censura 'a lo Christian Dior', y su frívolo intento de evitar afrentar a grupos étnicos, culturales o religiosos. Son esos logros civilizatorios los que por no ofender al islam procuran razones para descifrar a Daesh, a quien se llega incluso a considerar un daño colateral consecuencia del Occidente opresor.
Por demás, qué razones cabe referir ante quienes prefieren elegir de la azora número dos —la Al Báqara— la aleya que excluye "Matadles donde deis con ellos, y expulsadles de donde os hayan expulsado [….] No combatáis contra ellos junto a la Mezquita Sagrada, a no ser que os ataquen allí […] (191)", antes que la aleya que abraza "Los creyentes, los judíos, los cristianos, los sabeos, quienes creen en Dios y en el último Día y obran bien, esos tienen su recompensa junto a su Señor. No tienen que temer y no estarán tristes (62)". De lecturas ahistóricas del Corán que devuelven una falsa esencialidad se nutre el islam radical. De parejo desdén hacia las circunstancias se nutre el 'fanatismo' occidental que sostiene a Daesh.
"No llores como una mujer lo que no supiste defender como hombre".
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK