En cambio, en las fuerzas de seguridad norteamericanas se producen escenas de un repugnante sexismo, que se manifiesta en violaciones, insultos y abusos sexuales, todo ello porque tan solo un 13% de sus miembros pertenece al 'sexo débil'.
Elevar la proporción de mujeres en los cuerpos policiales sería una respuesta apropiada para revertir estas tendencias. Sin embargo, el Estado norteamericano prefiere hacer la vista gorda ante esta problemática y llevar su lucha infatigable por los derechos de la mujer a otros países olvidándose de su 'propia casa'.
Al mismo tiempo, según los estudios realizados, la presencia de mujeres en las filas de los cuerpos policiales contribuye a la disminución de los casos de violencia de género en la sociedad, así como al establecimiento de una atmósfera de confianza social hacia la ley, además de reducir la corrupción y prevenir casos de radicalización.
Las investigaciones también destacan que las mujeres policía muy raramente recurren al uso de la fuerza excesiva cuando se enfrentan a situaciones difíciles y reciben menos críticas por parte de los ciudadanos.